Una cuestión de pelotas
Huxley decía que “hoy es siempre todavía”. Algo así pienso yo en estos momentos de ilusión por comenzar un nuevo proyecto emprendedor, lejos de esta provincia. Cuanto más pueda parecer que se tuercen los acontecimientos todavía, es decir, hasta que realmente se quiebre mi carácter, seguiré observando en la vida oportunidades para no apartarme de lo que pienso y de los valores en los que creo y defiendo.
Y es que la vida es fácil de entender. Decía Jim Patterson en una conferencia que debemos pensar “que la vida es como un juego de manos donde movemos cinco pelotas, que llamaremos: trabajo, familia, salud, amigos e integridad, solo tenemos que tratar de mantener las cinco pelotas en el aire sin deteriorarlas”. Pues bien, un día, al caerse la pelota trabajo te das cuenta de que es de goma, pues al caer rebota. Si has logrado no confundir lo que eres con la función laboral que desempeñas, aún tienes oportunidad de no perderte y hundirte; en cambio, las otras cuatro pelotas son de cristal y si se caen quedarán inevitablemente marcadas, arañadas o rotas. Teniendo esto claro, tenemos que buscar con ahínco el equilibrio en nuestra vida. En la vida real es difícil mantener todas estas pelotas constantemente en el aire, pero de todas ellas si solo una de ellas cae, la integridad, se romperá al impacto. Esta es, traslado el simil a la vida real, por encima de todas las otras uno de los valores esenciales que debemos conservar intactos a lo largo de nuestra vida, ya sea en la vida personal o profesional y, si te mueves en el ámbito de lo público, de la política. Hago especial hincapié en la integridad porque las personas que adornan su vida con este valor son fácilmente identificables y las que no, también, lamentablemente para ellas, por mucho que añadan a su actividad una notoriedad cuestionable. Observo políticos que son conocidos por el cúmulo de irregularidades que han cometido a lo largo de su vida política y de las que, si hay justicia, algún día darán cumplida cuenta ante los tribunales. Una longeva actividad política debería y no lo es, estar marcada por actuaciones integras y de servicio público. Porque cuando se pierde el valor de la integridad se fomenta el cultivo de la corrupción. Mas aún, la mejor táctica del corrupto es sembrar la duda, con calumnias insidiosas, sobre la honestidad de quienes ponen de manifiesto en ellos esta cuestión. No todos somos iguales, ni tampoco los curriculum que nos describen. En la novela de John Verdon de título, “658, Se lo que estás pensando”, el protagonista reflexiona sobre la importancia del “nosce te ipsum” y se pregunta : “¿cuando abrí la puerta a la mentira?, ¿cuando perdí mi integridad?” Y es importante la respuesta porque la felicidad de nuestra vida depende de la sinceridad con la que contestemos a esa pregunta.
Ángel Menéndez es economista