Una cruda realidad social que hay que desterrar

Pepi Galera
Desgraciadamente es una realidad con la que la sociedad se ha acostumbrado a vivir porque lleva ya varias décadas en la provincia. Pero eso sólo en el caso de las drogas ilegales. Sustancias adictivas, tales como el tabaco y el alcohol, existen desde siempre.

    13 mar 2011 / 10:00 H.

    La cuestión está en el uso, abuso o dependencia. En el caso de las ilegales, su desembarco en Jaén fue más gradual. Primero fue el hachís, después, la heroína y la cocaína. De ahí, a las drogas de diseño: una carta variada a la mano del consumidor. Una compleja red que no deja de avanzar. Al mismo tiempo que ellas caminan, la lucha contra ellas corre, a veces por detrás y otras a su altura. Por un lado, está la persecución de los delitos que su tráfico y consumo conllevan; por otro, la atención sociosanitaria para los adictos y, aparejada a ellas, la labor de colectivos que se asocian para dar apoyo a pacientes y familiares.
    “El alcohol ha sido siempre la droga por excelencia en España. Un hecho común de países productores. Cuando hay mucho de algo, se consume”, explica Francisco Araque, director del Centro Provincial de Drogodependencias. La cuestión está, en este sentido, en el uso que se haga de él y también la visión que tiene la sociedad. “Si hay que hablar de la llegada de las primeras drogas ilegales, hay que retroceder hasta los años 70. En esa época, empezó a aparecer el hachís en dos contextos diferenciados”, detalla. “Era frecuente que muchos soldados que hacían la mili en los territorios africanos tuvieran allí sus primeros contactos con el hachís. Por otro lado, están los ‘canutos’ que se fumaban en los ambientes más intelectuales y ‘progres’, por ejemplo, en las universidades”, explica el experto. Años más tarde, en los ochenta, es cuando se produce el desembarco de la heroína. “En este periodo se comenzó a extender el consumo de heroína intravenosa por lo que se produjo un gran problema sanitario. España, en este momento, se convierte en el país con más drogadictos infectados por VIH al compartir jeringuillas. Otras enfermedad que también se transmitían así eran la hepatitis B y la C”, cuenta Araque. “Surgió una gran alarma social y el consumo se ligaba a delitos”, añade. Es en este momento, cuando se comienza a luchar contra la droga.  En 1985, aparece el primer Plan Nacional sobre Drogas y, un año después, los planes autonómicos. Con ellos, se crean los centros provinciales de drogodependencias. “En esta época, comienzan a funcionar los tratamientos como metadona, un opiaceo sintético. Esta se ofrece a aquellos adictos que no querían dejar las drogas. Esta medida generó controversia en aquel momento. No se entendía que se diera más droga, en vez de apostar por la abstinencia. Pero tuvo un gran beneficio: hizo que los adictos se acercaran a los centros asistenciales. Y con esto, el control del VIH”, explica Francisco Araque.
    En los años noventa, comienza la transición a otros tipos de drogas y también el “reinado” de la cocaína. Con esta, cambia el perfil de los consumidores. En el caso de la heroína, estaba más ligado a personas con riesgo de exclusión social que “buscaban” aislarse, desprenderse de los problemas con esta sustancia. La cocaína, en un principio, estubo vinculada a profesionales que buscan “dar más de sí”, ser más sociables, estar activos sin descanso.
    Con el comienzo del nuevo siglo, este complejo mundo sigue avanzando y, hoy en día, las drogas que predominan son tabaco, alcohol, cocaína, hachís y marihuana. Ya no se consume heroína pura, si no “rebujao”, que es la mezcla de esta con cocaína. Los consumidores cada vez empiezan antes, muchas veces en la postadolescencia. Y suele ser por las legales y pasan a hachís o marihuna. Es una “escalera” en la que predomina la idea de que estas sustancias no son perjudiciales. Por ejemplo, es muy frecuente escuchar que los porros son “mejores” que el tabaco. El miedo a engancharse a las drogas más agresivas, como la heroína, es el único freno que para a muchos antes de probarlas. Eso sí, es muy habitual que drogodependientes enganchados a la cocaína o heroína hayan dado sus primeros pasos.
    Para frenar este avance, el camino más lógico es la prevención. Para ella, sus pilares son la información, la educación y la concienciación desde edades tempranas, tanto en el sistema escolar como dentro de las familias. Por ejemplo, ya existe un Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar con el que La Policía Nacional se acerca a las aulas para concienciar a los jóvenes del problema de consumo de drogas. Solo así se verá un final a esta lacra social.