13 mar 2014 / 23:00 H.
José Morales Martín desde Girona. Uno de los aspectos más inquietantes de los recientes asaltos a las vallas que protegen las fronteras de Ceuta y Melilla, es la aparente pasividad de las autoridades marroquíes ante el paso de los inmigrantes ilegales por su territorio hasta permitir su concentración en los montes cercanos. Se da incluso la paradoja de que nuestro vecino país ha puesto en marcha recientemente una nueva política de inmigración que ha sido muy elogiada por Bruselas y que está basada en la lucha contra la trata humana, la concesión de permiso de residencia a los refugiados que demandan asilo, y la atención a cuantos se encuentran en situación irregular. Esta nueva política ha dado pie a nuestro ministro el Interior para acordar con su homólogo marroquí una intensificación de la colaboración entre los dos países que empieza a dar resultados. Pero, lo que es más apremiante es la implicación de la Unión Europea.