Una clausura entre versos, binóculos estridentes y un sombrero

Jesús Vicioso / Baeza
Honda reflexión sobre la poesía de la ruptura. El poeta, crítico literario y articulista Luis Antonio de Villena fue el invitado de honor para la clausura del seminario poético y de los Cursos de Verano de la sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía.

    11 sep 2010 / 10:48 H.

    Para cerrar una edición tan extraordinaria como la de este año de los Cursos de Verano, había que contar con una figura de primer orden, como es la de uno de los poetas protagonistas de la literatura española durante las últimas décadas. Luis Antonio de Villena llegó con sus tradicionales gafas estridentes y sombrero en mano, para clausurar el verano universitario baezano. Los alumnos lo esperaban desde el primer día y el madrileño llegó, ayer, al Palacio de Jabalquinto para no defraudarlos. Luis García Montero lo presentó, entusiasmado. Las dos eminencias vivas del verso profundo engrandecieron la despedida.
    En principio, De Villena iba a hablar de las rupturas poéticas, que, al fin y al cabo, era el título del seminario literario de la última semana de los cursos, dirigido por García Montero y Juan Carlos Abril. Sin embargo, y como afortunadamente ocurre en las grandes jornadas, el crítico literario, de punta en blanco, habló de su poesía y de sus vivencias, verdaderas forjadoras de los buenos poetas. Y al hablar de sus primeros cuarenta años en el mundo de la escritura sentenció que el tiempo “se ha acelerado mucho” en las últimas décadas. Esta reflexión le dio pie a acercarse a los novísimos y a su interés por la posmodernidad, o por los escritores no catalogados que él ha seguido desde que recibió, en 1981, el Premio Nacional de la Crítica. “Por aquel entonces, yo me consideraba ya mayor, pero la prensa dijo que habían premiado a un joven. Y esto me hizo pensar”. Así se consagró De Villena, y entre sus libros y artículos, se adentró en los nuevos poetas que se asomaban a la ventana de las letras. Otra cosa es que tuviesen o no éxito. “Era una persona mayor que estaba absolutamente al tanto de lo que se estaba cociendo en el horno”. Era y es, lo que dice mucho de un poeta y crítico, más lo primero, aunque siempre lo segundo. Hubo quien dijo que De Villena se inventaba teorías de poetas jóvenes para justificarse a sí mismo. “O puede  que sea al revés: que yo haya ido, a mi manera, por esos caminos que a mí me parecen interesantes”. Tarea de buen crítico, más pendiente de señalar futuros caminos que de predecir fracasos.
    Va el poeta, que se cambió de gafas —otras de pasta, también coloridas—, y en esto que evoca a uno de sus maestros, a la vez que amigo, Vicente Alexandre, que también recibía a muchos jóvenes aspirantes a redactores de rimas, como los que se acercaron, durante esta semana, a los autores del curso. “A la gente que llegaba a su casa le pedía que le hablaran de los poemas que componían y así se renovaba constantemente”, precisamente lo que él hace, que está a la vanguardia perenne. Acabó hablando del público adepto al género y de la oportunidad del verano para hablar de poesía sin estar enclaustrado en las clases. Como ocurre en la UNIA de Baeza, donde las conferencias son una excusa para aprender de la cuerda abstracción mientras se conocen nuevos mundos y horizontes. Se fueron los alumnos, triunfando, en medio de un poema, aún por esbozar, que quizá siga el año que viene.