Una ciudad y la pasión por el cine
Por Nuria López Priego, desde San Sebastián
Dice Guillermo Francella a través del personaje que interpreta en El secreto de tus ojos, la última película de Juan José Campanella, que un hombre puede cambiar de color de pelo, de chaqueta, ponerse gafas, tocarse un sombrero...
Dice Guillermo Francella a través del personaje que interpreta en El secreto de tus ojos, la última película de Juan José Campanella, que un hombre puede cambiar de color de pelo, de chaqueta, ponerse gafas, tocarse un sombrero...
Puede hacer mil y un intentos para mudar de piel y, sin embargo, siempre tendrá una pasión que lo definirá, clasificará y determinará de por vida, que lo hará reconocible cuando pretenda dejar de ser él mismo. Con cerca de doscientas películas en programa y cinco localizaciones distintas, San Sebastián es desde hace cinco días epicentro internacional del cine y un imán para cientos de apasionados de este arte que nunca parece saciar lo suficiente.
Desde la Avenida de La Zurriola, donde se encuentra el imponente cubo del Kursaal, hasta la Plaza de Oquendo, San Juan kalea, la calle Mayor, el Paseo de Miraconcha y la Avenida de Zarautz, las calles de este tridente que se adentra en el Cantábrico son un incesante ir y venir de personas. Individualmente, tienen nombres y apellidos concretos. Unos cuantos son productores, realizadores, actores o periodistas; la mayoría, gente anónima. Pero a todos los une la misma pasión, la que sienten por el cine. Un amor que se torna urgencia y que tiene la culpa de que cada día se llenen las salas del Kursaal, de los teatros Victoria Eugenia y Principal, y de los cines Príncipe y antiguo Berri.
Del inabarcable listado de películas que integran esta 57 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, diecisiete optan a la Concha de Oro, aunque, hasta ahora, sólo se han proyectado trece. Entre ellas, hay bodrios lastimeros como Hadewijch, de Bruno Dumont; comedias entrañables, como Yo, también, de Álvaro Pastor y Antonio Naharro; revisiones de la historia, como la china City of Life and Death, de Lu Chuan, y una inigualable obra maestra: El secreto de tus ojos. Desde el primer plano de detalle con el que comienza hasta el final, el último largometraje del bonaerense Juan José Campanella es una historia redonda, audiovisualmente perfecta, en la que conviven -y con maestría, que es lo difícil- géneros tan dispares como el drama, el thriller, la comedia e incluso el terror. Por todo esto, desde su estreno, el lunes, El secreto de tus ojos es una de las favoritas a la Concha de Oro. Sin embargo, la australiana Blessed, de Ana Kokkinos, puede ponérselo muy complicado.
Construida como una historia coral y dividida en dos partes, la película narra un día en la vida de siete chavales y de cuatro madres. De sus madres. La primera parte —“los niños”— ofrece al espectador el punto de vista de los hijos. La incomprensión que reciben del mundo adulto, la soledad, las dificultades de elegir y sobrevivir en una edad de transición como es la adolescencia... La segunda parte retrata a “las madres” y, con cada una de ellas, la historia se va desangrando y desgarrando al espectador, que observa, siente, se enfrenta y asume Blessed como hijo y, a veces, también como padre.
En el ecuador del festival, aún es pronto para hablar de vencedores. Lo único que está claro es que películas como El secreto de tus ojos o Blessed alimentan y dan razón de ser a una pasión que no tiene límites.