Una ciudad que se muda a las afueras para escapar del calor del verano "jaenero"
No hay que hacer cientos de kilómetros para relajarse y descansar en verano. Las zonas residenciales y barrios periféricos de Jaén ofrecen esta posibilidad en apenas tres o cuatro. Los Puentes, como son conocidos, se llenan hasta la bandera desde que los colegios cierran a finales de junio, hasta mediados de septiembre. La ciudad se “muda” por unos meses a estas zonas residenciales, en las que el esparcimiento al aire libre, a unos cuantos grados menos que en la ciudad, son sus principales alicientes.
Así, cada verano multiplican sus habitantes hasta por diez, como es el caso del Puente de la Sierra. Pero, ¿cuándo repararon los jiennenses en estos paraísos estivales a la vuelta de la esquina? “En los años 70, cuando las familias ya tenían un poco más de poder adquisitivo, se empezaron a comprar antiguas huertas o cortijos en las inmediaciones de la ciudad. Era una forma sencilla de alejarse del calor de Jaén”, recuerda Manolo Lozano, vecino de los Apartamentos Puente Jontoya. Y se puso de moda. Así, poco a poco, estas zonas fueron creciendo y llenándose de edificios y chalés. Entre los primeros, estuvieron los Apartamentos Puente Sierra y Puente Jontoya, que se construyeron en 1971 y 1975. También, por aquellos años, nació Valdeastillas. “Hace 30 años, solo había dos o tres casas”, cuenta Rufina Sánchez. Decenas de jiennenses se hicieron allí sus segundas residencias con amplias parcelas. Años más tarde, nació la más joven, que es Jabalcuz. Hace 15 años, allí apenas había dos o tres casas al abrigo del balneario y se comenzó a construir. Pero no todo ha sido fácil en la historia de estas zonas. Casi desde su origen, comenzó la lucha porque estas emergentes urbanizaciones contaran con servicios básicos como alumbrado, calles asfaltadas o el abastecimiento de agua potable. Hace dos años, Valdeastillas se integró como barrio de Jaén. Otras zonas están todavía con su lucha. Enrevesadas situaciones de legalidad lo complican. Por ejemplo, los vecinos del Puente Jontoya este año están de enhorabuena, ya que han conseguido disponer de agua potable. Poco o nada se parece ya la urbanización que se encontraron los primeros jiennenses que se “bajaban al puente”, hace treinta años, huyendo de los rigores del verano en el casco histórico.