Una campaña de aceituna buena, pese a la reducción de jornales
La campaña de recogida de aceituna pasa página con un balance positivo de las administraciones implicadas en su buen funcionamiento, pero con el telón de fondo de ser una de las más atípicas que se recuerdan, por muy diversos motivos.
Y marcada, fundamentalmente, por una climatología no sólo adversa, sino casi maquiavélica, que ha dejado cifras históricas de lluvia desde el pasado mes de diciembre, apenas quince días después de comenzarse a recoger de manera oficial el fruto de los olivos. El Foro Provincial para la Inmigración se encargó ayer dar a conocer los datos, que hablan de más de 87.000 personas empleadas gracias al olivar, de los que in veinte por ciento eran extranjeros. Pese a la caída de 1,2 millones de jornales, por las persistentes jornadas de lluvia que impedían salir al campo, el balance habla de un crecimiento de la contratación cercano al cinco por ciento, con casi 164.000 contratos, unas cifras que hay que interpretar en tono positivo, porque demuestra que la legalidad se ha cumplido de manera más eficaz que en otras ocasiones.
Pero, sobre todo, si hay algo que subrayar ahora que ya se ha echado el cierre definitivo a la campaña, es que no se han tenido que vivir los dramas sociales que el año pasado se repetían por las calles de numerosos pueblos y ciudades de la provincia, con inmigrantes durmiendo al raso debido a la más absoluta saturación de los recursos existentes. Ese era el gran miedo de las administraciones y pusieron todo su empeño en que no volviera a repetirse. Lo han logrado, porque los albergues nunca llegaron a encontrarse al cien por cien de ocupación, gracias a que la estancia máxima era sólo de tres días, pero hay que ser realistas y reconocer que el mal tiempo ha sido el mejor aliado para disuadir a los que venían de fuera. Un cúmulo de circunstancias favorables que han hecho que se pueda decir: bien esté lo que bien acaba.