Un villanovense, muy grave en un encierro de Iznatoraf
Los encierros de Iznatoraf se saldaron, al cierre de esta edición, con un herido muy grave, un joven de Villanueva del Arzobispo que se encuentra en coma inducido en el Hospital Neurotraumatológico de Jaén a la espera de ver cómo evoluciona su estado para ser operado de las lesiones.

Todo ocurrió al final del primer encierro, que se realizó la madrugada del pasado viernes. A las 2:49 horas el joven Cristian R. G, de veintiún años, se encontraba con unos amigos en el interior del recinto donde, desde la una, se celebraba el festejo popular según la tradición de la villa. Un “manso” de los utilizados para guiar a los novillos hasta los corrales tiró al villanovense, al que cogió de improviso, pues estaba más pendiente del toro que en esos momentos había en la calle. Una vez en el suelo, llegó la res brava y lo levantó por el aire para luego dejarlo caer de nuevo, después de propinarle varios golpes hasta que el cabestro lo retiró, en su instinto de guiarlo hasta los corrales.
El resultado del percance fue un traumatismo craneoencefálico, rotura de mandíbula y pómulo con pérdida de una buena parte de las piezas dentales y, además, fractura de clavícula y pelvis. Rápidamente, el herido fue trasladado hasta la enfermería habilitada según marcan las normas del festejo, ubicadas en las dependencias del Ayuntamiento, pues el recinto se encuentra junto edificio. Allí recibió las primeras atenciones por parte del equipo médico para luego ser evacuado en una de las ambulancias de Cruz Roja, que prestan servicio en los festejos torafeños, junto a un amplio dispositivo de voluntarios. Según allegados, el joven no presenta heridas por asta. No obstante, hay preocupación por las posibles secuelas y el tiempo de curación.
Ese es, hasta ahora, el percance más serio y casi único de los encierros de esta población de la comarca de Las Villas, que celebra estos días sus fiestas patronales en honor al Cristo de la Vera Cruz y la Virgen de la Fuensanta. Hoy terminan los encierros que se celebran, según la tradición, a partir de la una de la madrugada y que tienen una réplica por las tardes. Además de toros se sueltan vaquillas para los más atrevidos. La anécdota ayer por la tarde, cuando una de los animales, de pequeñas dimensiones, se escapó del recinto y fue capturado a unos cien metros del lugar por donde se había escabullido. Acabó de vuelta al recinto. Este año, como novedad se recupera un tramo del recorrido que servía antaño para la llegada de los bóvidos desde el campo. El desencajonamiento se hace desde el camión que los transporta, bajo el arco de la Virgen del Postigo. Así se da protagonismo a más zonas urbanas.