Un traslado provisional que precisa grandes dosis de paciencia

Paciencia y comprensión han reclamado los políticos a los usuarios de la estación de autobuses y, efectivamente, van a necesitar grandes dosis. El traslado provisional a las instalaciones de la institución ferial ocasionará notables incomodidades a los viajeros por la distancia que existe con la capital, pero a buen seguro que las molestias de los ocho meses que se ha previsto que duren las obras en su sede actual, se compensarán ampliamente cuando se pueda disfrutar de un recinto digno. Los trabajos de remodelación, que ayer se presentaron y en los que se va a invertir más de un millón de euros, son absolutamente necesarios a todas luces, un proyecto que va a suponer tanto aumentar la capacidad actual, como dotar al recinto de un mínimo de modernidad del que carece por completo. Cualquier persona que llegue por autobús interurbano a la capital se encuentra con la peor de las tarjetas de visita, como bien comentó ayer la propia alcaldesa, Carmen Peñalver, una imagen bochornosa de un espacio
que no reúne las más mínimas condiciones y que, por sus problemas de humedad, puede calificarse casi de peligroso para los usuarios y los empleados que allí desarrollan su trabajo. Hablar de situación ruinosa es cargar las tintas, pero no es en absoluto exagerado tildar las instalaciones de tercermundistas para una capital de provincia. Mientras se hace realidad el gran proyecto de la estación intermodal, las obras de rehabilitación son imprescindibles para devolver a la estación un mínimo de condiciones. La cuestión es que, después de semanas de polémica sobre el lugar de traslado provisional, se puede hablar por fin de acuerdo, aunque no de unanimidad por completo, porque hay voces discordantes. La realidad es que el traslado será efectivo el mes que viene y que antes de un año se volverá a la estación actual. Si se hace caso al dicho, bien está lo que bien acaba.

    23 ene 2009 / 23:00 H.