Un testigo protegido pone a los "Pikikis" contra las cuerdas

Muy pocos saben quién es “Félix”. Con ese nombre la Justicia trata de ocultar la identidad del testigo protegido que ayer puso contra las cuerdas al clan de los “Pikikis”. El hombre, del que solo se sabe que es un toxicómano rehabilitado, explicó a los magistrados de la Sección Segunda cómo los miembros del clan trapicheaban con todo tipo de sustancias estupefacientes desde sus domicilios de Úbeda. Su testimonio fue clave para que la Guardia Civil y la Policía Nacional pudieran desarrollar la bautizada como operación “Tripol”, la mayor redada que se recuerda en la provincia contra el tráfico de drogas. Y ayer la declaración de “Félix” se convirtió en la gran baza que mostró el fiscal jefe, Carlos Rueda, para mantener los cargos contra nueve de las diez personas que se sentaron en el banquillo por segundo día consecutivo.

01 oct 2014 / 10:12 H.


El testigo protegido describió los métodos de los “Pikikis”, enumeró los domicilios de Úbeda —ubicados en las calles Tejar, Higueruela y San Jerónimo— donde solía acudir a comprar su dosis y dio nombres y descripciones de las personas que le vendían la droga. Es más, proporcionó a los investigadores un plano detallado de las viviendas donde adquiría su mercancía. Cuando los agentes de la Guardia Civil entraron en las casas, el mapa coincidía a la perfección. “Su información fue perfecta. Está claro que no mentía”, aclaró el fiscal en su informe final de conclusiones. Tantos y tan exhaustivos detalles sirvieron a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que ya llevaban muchos meses de vigilancia en las zonas “calientes”: “Era muy difícil controlarlos, porque se trata de calles muy estrechas. Ellos —en referencia a los ‘Pikikis’— no hacían otra cosa que estar en sus casas y vigilarnos a nosotros”, describió uno de los policías para poner de manifiesto al tribunal la complejidad de las pesquisas.


Finalmente, el Juzgado instructor dio luz verde a la fase final de la operación “Tripol”. El 11 de marzo de 2013, más de 200 agentes participaron en el dispositivo, en el que incluso, tomó parte un helicóptero para cerciorarse de que ninguno de los implicados pudiera escapar. Los resultados de la redada no fueron espectaculares si se toma en cuenta el factor de la cantidad de droga aprehendida: unos 75 gramos de cocaína y unos 87 gramos de resina de hachís, así como pequeñas cantidades de heroína y marihuana. “Lo importante no es la cantidad, sino la actividad ilícita que llevaban desarrollando en colectivo durante muchos meses”, destacó el fiscal.


El representante del Ministerio Público defendió su decisión de mantener los cargos contra nueve de los diez procesados —retiró la acusación contra uno de ellos—, a pesar de que los indicios contra algunos son menos sólidos. En casa de unos sobrinos de la matriarca, los agentes no encontraron drogas. Ni un gramo. Eso sí, había medicamentos de los que se utilizan habitualmente para adulterar el estupefaciente y una libreta con anotaciones. Sus propietarios aseguran que es el cuaderno en el que llevan la contabilidad del hogar y de un negocio de préstamo de dinero. Para el fiscal, se trata de las ventas de mercancía y de las deudas contraídas por los consumidores de sustancias. “Trabajaban de forma coordinada. Cada miembro del clan tenía su labor”, sostuvo el fiscal Carlos Rueda. Por ello, pidió penas que oscilan entre los cuatro años y nueve meses para Sacramento C. C. —la matriarca y la única que tiene antecedentes— y los tres años para los demás. La petición global de castigo suma 34 años de prisión.