Un tesoro inagotable
Desde jaén. El domingo, día 11 de Agosto, en el Evangelio se exponía: “Haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
En estas frases se ponen de manifiesto la temporalidad y precariedad de nuestros bienes temporales, la necesidad de que aspiremos a los bienes espirituales, que no se echan a perder y nos conducen allí donde todos anhelamos: el cielo. Nuestro tesoro ha de ser Cristo y su palabra, todo lo demás queda aquí abajo y se pierde. Tenemos una gran necesidad de amor, de paz, de justicia, que hallamos solo en Jesús. Anhelamos la felicidad y la trascendencia que nos esperan en la vida eterna. Los bienes materiales siempre dejan un vacío difícil de llenar. Nuestro tesoro inagotable allá en el cielo nos espera y con él nuestros más profundos deseos de felicidad inacabable. Cristo es el principio y el fin y ha de ser nuestro destino.
Concepción Agustino Rueda