Un siglo y 25 años de progreso social y escolar

Fran Cano /Jaén
Los niños del CEIP Santo Tomás entran al colegio con tres años. Más tarde, a los 12, prosiguen su trayectoria académica fuera de  sus aulas primeras. En este corto tiempo adquieren cualidades que les acompañan toda la vida: aprender a hablar, a escribir, a comunicarse con los demás… Miles de menores jiennenses se han nutrido en los últimos 125 años de las enseñanzas de un centro símbolo del progreso paulatino de la provincia. Año 1887.

    24 feb 2012 / 18:31 H.

     La situación es alarmante. “Jaén ha perdido por completo sus cosechas; las subidas de precios de los granos hacen que el pan tenga un precio exorbitante; los braceros, sin trabajo, sin ocupación, donde ganar el sustento de ellos y sus familiares, vagan por las poblaciones demandando de la caridad auxilios que siempre son deficientes. El hambre extenúa y consume a los hombres. La cultura y civilización de este pueblo está en un estado de atraso lamentable. Se precisan con urgencia centros docentes”. Así gritó socorro la Real Sociedad Económica de Amigos del País al Gobierno de la época. Jaén estaba inmersa en la miseria y en la indigencia cultural. Y en este momento negro surge el 29 de junio de 1887 una sociedad, seis años antes de que llegase el primer tren a la provincia. Justo P. Suca Escalón, Antonio Cruz Godoy, Enrique Mozas Guerrero y Manuel Redondo Brun crean la Institución de Santo Tomás, embrión del colegio que este año celebra su 125 aniversario.
    “Todos los profesores que han trabajado en este centro son excelentes profesionales. La historia del colegio es tan extensa que la lista a citar sería interminable”, afirma el director actual del Santo Tomás, Manuel Pegalajar, para reivindicar el nivel educativo del profesorado. Tras dos décadas de profesor en Cambil, entró por primera vez al que hoy es su centro hace 11 años para impartir materias de diferente índole. Desde 2008 es el director. Asegura que luchan cada día, él y resto de docentes, por inculcar al alumnado valores que fomenten el desarrollo social y la igualdad. La tarea es tan necesaria como compleja. Requiere disciplina y pundonor. Tal vez por eso, en los primeros años de vida del Santo Tomás, los maestros aplicaron un reglamento pseudomilitar. Permanecer de rodillas durante algún tiempo en clase, recibir palmetazos en las manos, perder el recreo un mes, verse regalado a calabozos pequeños, entrevistas “a todo o nada” con el director… “La disciplina era dura. Y cualquier desmán, así como el menor descuido en el estudio, se castigaba”, confirma Pegalajar. Tanto que se popularizaron algunas leyendas que los instructores crearon para disuadir a los alumnos que saboteaban las duras reglas del juego. “Nunca finjas estar malo. Que Dios castiga y no a palos” o más vale quedar con gana que estar enfermo mañana” fueron pareados comunes de aquellos tiempos de uniformes marrones y gorras de plato. Década de los 20. Ya entonces fue un colegio cuyos eventos congregaban a personajes ilustres; el 7 de marzo era una fiesta con resonancia en toda la ciudad. Crecer al galope de los tiempos siempre fue síntoma positivo en un colegio, en su día pionero en aplicar técnicas audiovisuales, que hoy cuenta con 25 profesores y más de 287 alumnos. Un siglo y 25 años después de que las acciones de unas pocas familias jiennenses construyeran una realidad pedagógica, el CEIP Santo Tomás continua como actor del progreso social jiennense. Y que siga así otros ciento veinticinco años. “Porque la incultura impide el desarrollo de la sociedad”.