Un siglo que revolucionó el significado de ser niño

Pepi Galera
La calle y un poco de imaginación era lo único necesario para divertirse a la salida de la escuela, donde apenas aprendían a leer y escribir y un poco de Historia, Matemáticas y Geografía, con textos que recitaban de carrerilla. La mayoría no necesitaba más para empezar a trabajar a los 11 o 12 años y es que había que ayudar a mantener una casa en la que, como mínimo, había cuatro hermanos a los que alimentar. La vida cotidiana de un niño de hace apenas medio siglo poco tenía que ver con la de uno de hoy en día.

    20 nov 2011 / 11:21 H.

    En la actualidad, es impensable que un niño no esté escolarizado desde los tres años y mucho menos, que empiece a trabajar antes de los 16. Los vertiginosos cambios sociales de las últimas décadas han supuesto una transformación radical de esta época vital, cuya protección, hoy, en pleno siglo XXI, es uno de los principales desvelos del Estado del Bienestar. Y, en esto, mucho tiene que ver la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y la Convención de 1989. Es por ello que, hoy, 20 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Infancia. Una idea que recoge el estudio “La infancia en las redes familiares”, del Instituto de Estadística de Andalucía: “Nadie pone en duda hoy que en el último siglo las condiciones de vida de la población infantil, así como el propio significado de la infancia, han cambiado drásticamente. Hay suficientes evidencias provenientes de campos tan diversos como la sociología, la historiografía o la demografía que lo atestiguan con claridad y hay quien no duda en afirmar que el nuestro es el siglo que vive obsesionado por los problemas físicos y morales de la infancia”.
    Pero, ¿qué significado o consecuencias han tenido todos estos cambios? Estas son tantas que abarcan todos los ámbitos de la vida, desde las redes familiares, hasta el aprovechamiento del tiempo libre, pasando por la salud y la educación, que son dos de los campos en los que más se ha avanzado. “Es evidente que nuestra sociedad se ha visto sometida a una serie de trasformaciones en aspectos socioculturales y económicos de los que se han derivado cambios en la propia composición y estructura de las familias y, por consiguiente, en la manera de educar. Las familias se han tenido que adaptar a estos cambios sociales, en costumbres y en los propios valores e ideas que se trasmiten de generación en generación, cambiando paulatinamente el propio rol de hombres, mujeres y niños”, explica la psicóloga infantil Luisa Armijo Alguacil. “En este sentido, hay que destacar los cambios en el modelo de trabajo. Un punto clave ha sido la incorporación de la mujer al mundo laboral y con ella la consiguiente disminución del tiempo que padres y madres pasan con sus hijos, así como la delegación de la labor educativa a instancias ajenas al hogar, aspecto que mal gestionado puede llevar a una sobrecarga de obligaciones y mal reparto de responsabilidades, disminuyendo la calidad de la educación y la supervisión ofrecida”, destaca. También con la incorporación de la mujer al mundo laboral, una de las principales consecuencias ha sido el retrado de la maternidad y la reducción del número de hijos. Hace tan solo 30 años, en 1980, el número medio de hijos por mujer era de 2,69, cifra que, en 2010, era de 1,42. 
    En cuanto a las consecuencias en el ámbito educativo y laboral, existe un retraso de la incorporación del adolescente en el mundo adulto y la emancipación tardía. Con la escolarización obligatoria y el incremento de alumnos en enseñanzas secundarias, la edad de inicio en el mundo laboral se ha retrasado —tanto de empezar a trabajar, en la mayoría de las ocasiones, durante la adolescencia a pasar, de media, a los 23 años—y, con ella, la salida del núcleo familiar. Hace medio siglo, era casi impensable que los hijos, con treinta años, aún vivieran con sus padres, una escena que a pocos extraña hoy en día. 
    Hace 50 años, no había una sociedad conectada permanentemente a medios de comunicación como la televisión y, mucho menos, a internet, desde tempranas edades. De hecho, muchos adultos aún recuerdan la primera vez que vieron la televisión. “Otra de las consecuencias es el aumento de la influencia que ejercen los medios de comunicación. La socialización en la actualidad ha ampliado sus horizontes y se ve favorecida, sea esta influencia positiva o negativa, por los medios de información y comunicación, como la televisión, el teléfono e internet”, señala la psicóloga.

    SALUD

    Más higiene y más prevención
    Un solo dato da muestra del salto en el ambito sanitario infantil en las últimas décadas. En 1980, hace 30 años, la tasa de mortalidad infantil por cada 1.000 nacidos era de un 13,01 por ciento. En 2009, esta cifra bajó hasta el 4,09 por ciento, una tercera parte.
    El incremento de las medidad higiénicas en los hogares y la mayor información paternal sobre la salud infantil en el últimas décadas son imprescindibles para entender la reducción de la mortalidad infantil y, sobre todo, la incidencia de determinadas enfermedades. Además, a estas razones, hay que añadir las campaña de vacunación infantil y las políticas sanitarias enfocadas a su protección. Hoy, vive la generación de niños más sanos. Eso sí, también el cambio de estilo de vida ha transformado los principales problemas de salud de los niños. Ahora, principalmente, se centran en dentales —la ingesta de azúcares es mucho mayor que hace unas décadas— y problemas visuales. También es especialmente destacable el aumento de obesidad infantil. Si hace 15 años, el 5% de los niños españoles eran obesos, esta proporción es ahora del 16%. En la Unión Europea, solo Gran Bretaña supera a España. Y este dato es preocupante en el sentido de que la siguiente generación podría tener una esperanza de vida menor que la actual, como consecuencia de esta obesidad, a pesar de los avances médicos en otros campos.



    EDUCACIÓN

    El logro de obtener una escolarización del cien por cien de los niños
    Si hay que hablar de cambios en el ámbito educativo en los últimos cincuenta años, el gran logro es la escolarización de todos los niños. De hecho, España se encuentra en la vanguardia de la Unión Europea respecto a las tasas de escolarización de los niños de tres a cinco años, con cifras cercanas al cien por cien. En el caso de los niños de tres años, actualmente supera el 95 por ciento y para los cuatro y cinco años llega al cien por cien, mientras que en el año académico 1971-72, estas tasas eran del 12, 42 y 61 por ciento, respectivamente. En España, antes y después de 1975, el cuidado de los niños pequeños ha pertenecido al ámbito educativo. La ininterrumpida creciente oferta de servicios educativos ha constituido la principal política dirigida a los menores de seis años desde entonces, con programas de jornada escolar completa y gratuita en los centros privados subvencionados por el Estado (concertados) y, sobre todo, en los centros públicos. A este tipo de colegios acudían 347.026 niños en el curso 1975-76 y treinta años después se ha triplicado: en la actualidad, lo hacen 1.041.426 niños.
    Otro de los cambios, y no tan lejano, hace apenas dos décadas, es que la escolarización comenzaba a los cuatro años y llegaba hasta los 14 años y no hasta los 16.
    Pero la transformación de la educación no solo pasa por la escolarización. Hace cincuenta años, pocos niños se hubieran imaginado estar en la misma clase que las niñas. Hoy, exceptuando algunos centros privados, pocos conciben lo contrario.
    Aquella teoría que rezaba que “la letra, con sangre entra” no es que haya desparecido, sino que es inconcebible el casigo físico dentro del aula.
    La irrupción de las nuevas tecnologías en la enseñaza es otro de los grandes hitos en la educación en los últimos años. Del papel y lápiz, a los ordenadores. De hecho, en Andalucía, los niños a partir de sexto de Primaria tienen cada uno el suyo de forma gratuita. Pero también hay que tener en cuenta la modernización de instalaciones educativas, así como la implantación de colegios en practicamente todos los núcleos de población y, para los que no, hay transporte gratuito. A estas medidas, habría que añadir otras como la gratuidad de los libros de texto. Todo por una enseñanza de calidad y más igualitaria, a la que tengan acceso todos lo menores, independientemente de la situación socioeconómica de su familia.

    FAMILIA

    Nuevas estructuras y valores
    Las características de la sociedad actual son las que han determinado cambios en las realidades familiares y en la manera de educar y a su vez marcan las diferencias con tiempos anteriores. “Entre los más significativos está la variación sustancial en la composición y en la estructura familiar, disminuye el número de miembros que componen la unidad familiar. Se dan nuevas realidades familiares, como los divorcios y las familias monoparentales”, explica la psicóloga Luisa Armijo. Pero no solo han cambiado las familias en cuanto a su estructura y composición; también, ha sido trascendental la forma de entender la paternidad y cómo educar a un hijo. “La situación de la infancia y adolescencia dentro de la familia ha cambiado sustancialmente si la comparamos con cincuenta años atrás, las formas de organizar la vida cotidiana, los modelos educativos familiares y la trasmisión de valores se ha visto modificada y, con esto, los patrones de comportamiento de los propios padres e hijos”, asegura. Esto se puede observar, por ejemplo, en el aumento del tiempo en que los hijos pasan solos y consecuente pérdida de supervisión, debido a la dificultad por parte de los padres en conciliar la vida familiar y laboral.




    TIEMPO LIBRE

    Cambio la calle por la televisión e internet
    El tiempo de ocio de los niños de hoy en día y los de hace cincuenta años, poco tiene que ver. Los juegos en la calle en los que la imaginación era la principal aliada practicamente han desparecido. Y es que pocos padres de fían de dejar a los niños solos sin supervisión. Es así, que el tiempo de ocio se concentra practicamente siempre en el hogar —solo las actividades extraescolares salvan algo de tiempo y ayudan a socializar fuera del colegio—. En este ámbito, la transformación de la estructura y horarios familiares también ha tenido mucho que ver. “Si ambos padres trabajan fuera de casa disminuye el tiempo libre y de ocio que padres e hijos pasan juntos, rompiendo la continuidad entre el tiempo libre juvenil y el del adulto”, detalla la psicóloga. “También con este aumento del tiempo en que los hijos pasan solos hay una consecuente pérdida de supervisión, debido a la dificultad por parte de los padres para conciliar la vida familiar y laboral”, añade. Entre estas transformaciones, la especialista apunta un cambio en los modos y tipos de diversión. “Un ejemplo lo encontramos en los juegos infantiles, años atrás ligados a la imaginación y el ejercicio físico; en la actualidad, están más relacionados con el consumo. También se ha introducido un nuevo elemento en el ocio, las nuevas tecnologías, como internet, los videojuegos, los teléfonos móviles, y los reproductores de música, entre otros, lo que ha variado la forma de emplear el tiempo en relación con otras épocas”, describe. Y aquí hay que mencionar un dato, cuanto menos, preocupante: En Andalucía, los niños menores de 12 años dedican anualmente más horas a ver televisión que a ir a la escuela. Los menores ven 990 horas al año de televisión frente a las 960 que pasan en las aulas. A esto hay que sumar las horas que los niños emplean en otros medios audiovisuales, como ordenadores y móviles, según el Consejo Audiovisual de Andalucía. “Es destacable la gran influencia que en estos momentos tienen las redes sociales, cambiando los modelos de socialización entre adolescentes, reflejando un cambio de hábitos y constituyendo un fenómeno de gran impacto en los modos de relación de los jóvenes en nuestra sociedad”, finaliza.