Un servicio en la cuerda floja
Está en peligro el servicio de autobuses públicos? Desde luego que no. Pero sus trabajadores sí que viven con el agua al cuello por la eterna incertidumbre a la hora de cobrar las nóminas cada mes y es preciso poner los medios para que esa más que justificada inquietud no llegue a repercutir en modo alguno en la calidad del servicio que se presta al ciudadano. Y hablar de huelga, como se ha hablado, ya supone un punto negro aunque no llegue a materializarse, como ha acaba de suceder y agotando los plazos al máximo. Una firma ante notario casi en el último momento, una operación financiera por valor de 450.000 euros, propició que los ochenta trabajadores desistieran en su convocatoria de huelga indefinida, al ver así garantizado el abono de sus nóminas correspondientes al mes de mayo. Llama la atención que se trate de la segunda amenaza de paro en los autobuses urbanos en el mandato del actual alcalde, José Enrique Fernández de Moya, en menos de un mes, y siempre con la espada de damocles de una deuda heradada de 1,1 millones de euros que lastra la liquidez de la empresa.
Cierto es que corren tiempos complicados en la coyuntura económica actual, pero cuando se trata de servicios públicos no de be haber margen para determinados escenarios. En este asunto es preciso, una vez más, hacer una llamada a la responsabilidad compartida tanto del Ayuntamiento como de la empresa concesionaria para velar por el ciudadano que es a quien ambos se deben al cien por cien. No es de recibo que sea siempre el ciudadano de a pie el que acabe por verse afectado por un problema que se arrastra en el tiempo y que amenaza con enquistarse. Con todo lo que ello implica.
Cierto es que corren tiempos complicados en la coyuntura económica actual, pero cuando se trata de servicios públicos no de be haber margen para determinados escenarios. En este asunto es preciso, una vez más, hacer una llamada a la responsabilidad compartida tanto del Ayuntamiento como de la empresa concesionaria para velar por el ciudadano que es a quien ambos se deben al cien por cien. No es de recibo que sea siempre el ciudadano de a pie el que acabe por verse afectado por un problema que se arrastra en el tiempo y que amenaza con enquistarse. Con todo lo que ello implica.