Un referente en la hostelería

No le dan miedo los riesgos y, como buen empresario, le gusta aventurarse e invertir en su negocio para crecer profesionalmente. Empezó muy joven en un sector en el que puede presumir de haberse convertido en un referente en la capital. La hostelería es para él un estilo de vida. Tiene la suerte de disfrutar de su trabajo y, además, vivir de él. Pedro Ruiz Vico se siente afortunado por el oficio elegido, la familia que le ha tocado y el pueblo en el que están sus raíces.

11 sep 2015 / 07:47 H.


En Sabiote nació hace cuarenta y un años. El segundo de seis hermanos, en su casa la diversión siempre estuvo garantizada. Pertenecer a una familia tan numerosa le ayudó a ser siempre un niño responsable, quizás más maduro que los amigos de su generación. El trabajo, un valor inculcado por sus padres desde que tiene uso de razón, le atraía mucho más que los libros. En cuanto cumplió la obligatoriedad educativa, los aparcó para meterse en la “verea” laboral.
Activo, extremadamente inquieto y con ganas de comerse el mundo, empezó muy joven a dar el callo. Hizo de todo. El campo, la obra, los bares... Nada se le resistía. Hasta que, un buen día, de la mano de su hermano Alonso, decidió dar el salto a la capital para convertirse en dueño y amo de su destino. Acababa de cumplir la mayoría de edad y, con el apoyo de sus padres y de sus tíos, ambos emprendieron una nueva historia en la que ya tienen escritos exitosos capítulos. Primero fue El Trébol y, más tarde, el bar de la Comandancia de la Guardia Civil. Dos experiencias que sumaron en una trayectoria que desembocó en El Chato.
En la actualidad, hay dos establecimientos con el mismo nombre bajo la batuta de los hermanos Ruiz Vico. Uno está ubicado en el Pilar del Arrabalejo, barrio señero de Jaén, y el otro en Las Fuentezuelas, zona de expansión y crecimiento de la ciudad. Si por algo se caracterizan es, aparte de por el caluroso trato hacia una clientela fiel, por la calidad de los productos que se sirven. Los mejores quesos, jamones y vinos de dentro y fuera de la tierra se complementan con la tranquilidad y el buen servicio. Para Pedro Ruiz no hay mayor satisfacción que ver las caras de sus clientes cuando visitan su segunda casa. Le encanta compartir con ellos buenos momentos y comprobar que se van contentos de El Chato.
En Sabiote conocen sus virtudes. Nunca perdió el contacto con sus raíces y, a pesar de residir en la capital desde hace más de dos décadas, mantiene vivo ese arraigo imposible de borrar. Compagina el bar con los olivos, una excusa perfecta para esas pequeñas escapadas que tanto le reconfortan. Casado con la mujer de su vida, tiene dos hijos a los que les inculca que sean buenas personas.