Un rabiteño, primera víctima del terrorismo en Cataluña

Una fatal casualidad. Dionisio Medina, un guardia civil de La Rábita fue la primera víctima del terrorismo en Cataluña.

24 abr 2015 / 14:23 H.

Como relata la viuda, Amparo Zuheros, el azar quiso que, el 7 de marzo de 1971 —un día de frío y mal tiempo—, no se tomara el café que solía compartir con sus compañeros cada mañana al término del servicio y que cambiara su itinerario de vuelta a casa, de manera que bordeó la isleta junto a la que falleció por un lado diferente al que tomaba cada día. Al pasar junto a la Agencia de Recaudación de la Diputación de Barcelona, en la calle Sagrera, un artefacto explotó y lo alcanzó de lleno. La responsabilidad del atentado fue  de una organización independentista, el Front d’Alliberament Catalá. Según reconoció el autor material a un allegado de Medina, el crimen fue fortuito, pues solamente pretendía “hacer ruido”.

Además de su viuda, el agente dejó una hija, María Dolores, de cuatro años. “Llegué a recibir amenazas por teléfono”, dice Zuheros, quien destaca la complicada situación en la que quedaron. Ambas viven desde el año 2000 en la aldea rabiteña. La familia se queja de que la única indemnización que recibió fueron 25.000 pesetas, percibidas más de un año después. A título póstumo, Dionisio Medina fue ascendido a cabo y recibió la Cruz con Distintivo Rojo de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil. Hay otra medalla solicitada. Las dos mujeres aseguran que existe discriminación respecto de otras víctimas del terrorismo posteriores a cuyos deudos se les concedieron pisos y compensaciones económicas muy superiores —han solicitado a través de la asociación de víctimas de Sevilla que se les resarza con una suma digna— y honoríficas. De hecho, se quejaron de que en un libro sobre víctimas aparecía la fotografía y el nombre del rabiteño, pero no su historia. Eso sí, la viuda obtuvo un trabajo en una portería —en la que también cosía— y la hija tenía becas para estudiar.

La vida de Dionisio Medina fue complicada desde el principio. Nació en diciembre de 1936 cuando, en la Guerra Civil, sus padres huían de La Rábita hacía la provincia de Córdoba. “Vino al mundo entre bombas y en una situación tan precaria que tuvieron que cortarle el cordón umbilical con una cuchilla que encontraron en un cortijo”, afirma. Lo inscribieron en Priego, donde vivió unos dos años, antes de que sus progenitores regresaran a La Rábita. Luego empujado por la falta de trabajo aprovechó la oportunidad de prestar servicio en el Instituto Armado. Se encuentra enterrado en Montjuich, aunque la viuda quiere traer los restos a Alcalá.

El Ayuntamiento de Priego de Córdoba aprobó, hace tiempo, concederle una calle a Dionisio Medina. La viuda y la hija verían bien que se le dedicaran calles en Alcalá la Real y en Barcelona. Las dos subrayan que la historia de su ser querido es totalmente desconocida en la Sierra Sur, donde muy pocas personas saben que un agente de La Rábita perdió la vida en la Ciudad Condal hace 44 años.
Como curiosidad, hay otra víctima del terrorismo que se llama Dionisio Medina, el dueño de una cafetería de Durango (Vizcaya), herido grave por disparos de ETA.