Un pueblo con alma muy viva

Se considera churrianera y lo lleva a gala. Hija de emigrantes, con trece años dejó Barcelona con sus padres y sus hermanos, para trasladarse a Torrequebradilla y su vida cambió por completo.

14 jul 2015 / 01:24 H.

De una gran ciudad a un pequeño, muy pequeño pueblo, en el que ni siquiera salía agua de los grifos. Y esa fue, precisamente, la primera batalla en la que se implicó al cien por cien, con otros niños y niñas del pueblo. Recogieron firmas para reivindicar el agua corriente en las casas, se movilizaron y en su lucha contaron con el apoyo de todos los mayores, que los llevaban en coche si había falta a presentar sus escritos a Jaén, ante el gobernador civil, que era la máxima autoridad en aquellos primeros años de la década de los 70. A fin de cuentas eran menores de edad y sin ese importante e incondicional respaldo de los vecinos ellos solos no habrían llegado a ningún sitio. “Es un pueblo con alma viva, la gente se movilizaba, nos apoyaban siempre y nos acompañaban a llevar las firmas y a pedir las reuniones”.

En aquellos años, crearon uno de los primeros “teleclub” de la provincia, el origen de las asociaciones juveniles. Cuando aprobaban los estatutos, lo primero que le daban al grupo era una televisión, de ahí el nombre. Su teleclub se llamó “Oningis Havia” y, después, se han ido pasando el testigo, “y todos han hecho algo por el pueblo”, comenta con orgullo. Se puede decir que es la antítesis de ese Jaén conformista y poco peleón, esa imagen de aceituneros a los que Miguel Hernández pedía que se levantasen bravos. “Somos pocos, pero muy bien repartidos —bromea—, podían hacer una serie de churrianeros por el mundo”.

Cuando sus hijos eran pequeños iba todos los fines de semana a Torrequebradilla, donde sus padres siguen viviendo. Ahora, aunque ya no esté presente tanto de forma física, sí que mantiene el contacto con muchos paisanos y con jóvenes que vienen a la capital. “Tira mucho aquello”.

Estudió Psicología y como funcionaria tiene claro que su profesión significa trabajar por el bien común. Cuenta con una dilatada trayectoria por diferentes áreas de la Administración pública, todas relacionadas de alguna manera, desde que comenzó en Diputación, en los Servicios Sociales Comunitarios, hasta en Empleo, con programas de orientación e inserción profesional —en los que fueron pioneros— o, también, en Protección de Menores... hasta hoy, en la Delegación de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, donde, desde 2007, se encarga de programas para promover hábitos saludables en la población, en el más amplio sentido de la palabra. Es el “alma máter” de la organización de la Carrera de la Salud, que tras dos décadas se ha convertido en una de las más representativas, después de la San Antón, aunque ella subraya que es fruto del trabajo de muchas personas y entidades. “Me lo paso muy bien trabajando. Tengo un equipo con el que disfruto y eso te permite hacer muchas cosas”. Más allá, incluso, de lo establecido.