Un paso más en la lucha contra el soporte político etarra
No es fácil luchar contra la violencia, cuando se trata casi de una forma de vida institucionalizada, enraizada en la cultura de un pueblo, y, además, cuenta con respaldo social disfrazado de grupo democrático. La cúpula de la ilegalizada Batasuna acaba de ser desarticulada por tercera vez, en lo que supone la enésima vez que se intenta desmantelar el brazo político de la banda terrorista ETA.
Ese es el camino, la lucha desde los parámetros legales recogidos en la Constitución, con la ley en la mano, y no con el crimen como forma de acaparar la atención de la sociedad. Con estos últimos arrestos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado suman un tanto más en la lucha contra el brazo político de los terroristas, desde la ruptura de la tregua en junio del año 2007. Una serie de operaciones que se han ido sucediendo desde que en 2002 se decretó la suspensión de actividades de Batasuna y el cierre de las sedes de la formación, poco antes de que el propio Tribunal Supremo decretadse la ilegalización del citado partido político. Aunque parezca que llueve sobre mojado, es evidente que se puede desistir en el esfuerzo, porque no hay otra vía más que la justicia para acabar con los asesinos. Resulta cuanto menos curioso que desde Aralar se critiquen estas detenciones hacia personas que “sólo hacían política”, cuando en realidad es obvio que no hacen política, sino apología del terrorismo en la más amplia extensión de la palabra. Hasta que no se consiga eliminar cualquier tipo de justificación a estos pseudos grupos terroristas disfrazados de demócratas no se terminará de manera definitiva con los asesinos. A estas alturas no puede haber tregua de ningún tipo, por lo que operaciones como la de ayer son un triunfo de la democracia, un paso más en la normalización de la vida entre los vascos. Y, desde luego, entre todos los españoles biennacidos.