Un mundial en entredicho

Arranca la fiesta del fútbol en Brasil sin que cese la contestación social que ha jalonado el proceso de construcción de estadios y las relevantes obras realizadas en los últimos años. Brasil, un continente en sí mismo, es una gran potencia social y económica, pero encierra, precisamente, por su propia magnitud, duros contrastes. La pobreza instalada no solo en zonas de los suburbios de las grandes ciudades sino también en bolsas rurales y, en definitiva, grandes desequilibrios en materia de educación y sanidad, hacen que el contraste con las magnitudes de una competición como esta enerven a una parte de la población. Significativas, en este sentido, son las críticas vertidas por personalidades vinculadas al deporte que coinciden en que el presupuesto, finalmente, se ha disparado y que no hacía falta la construcción de tantas sedes y, por lo tanto, algunas obras se habrían ahorrado. La presidenta de Brasil, que ayer lanzó un mensaje a través de los medios, tranquilizó a brasileños y, sobre todo, a los extranjeros que llegarán durante estas semanas al país para, por un lado, asegurar que todo estará en orden y en perfecto funcionamiento y, sobre todo, para contrarrestar los datos económicos que ponen en entredicho el acontecimiento. Un intento, sin duda, de cerrar las revueltas sociales, huelgas y protestas que proyectan una imagen de inseguridad que para nada interesan a la inmensa campaña publicitaria que supone este mundial. Sorprende, además, en un país que históricamente está ligado a esta competición por la que es conocido en todo el mundo, pero es, precisamente, porque no todo es un escenario que mostrar al mundo por lo que existen estas protestas, al margen de que el balón siga rodando.  

    11 jun 2014 / 22:00 H.