Un mensaje poco acertado en el momento más inoportuno

La situación que vive el aceite de oliva en la actualidad requiere de muchos esfuerzos compartidos. El que deben liderar los propios agricultores con una mayor defensa del producto, con unas ventas sensatas, y, sobre todo, con la capacidad de dar un paso más en una comercialización que si antes era básica, aunque olvidada por los márgenes, ahora es fundamental ante los retos que tiene que afrontar el sector. En este contexto, con una caída en el precio de venta tanto en origen como en el Mercado de Futuros, de la que se escapa lentamente, cualquier iniciativa para reactivar mercados será bienvenida. En este sentido, desde el Ministerio de Agricultura se dan pasos para que el precio de mercado garantice la rentabilidad de muchas explotaciones, con peculiaridades orográficas como las de algunas comarcas jiennenses que tienen sus explotaciones en peligro de continuar esta dinámica de precios. De ahí que la ministra refuerce en sus intervenciones la necesidad de, por ejemplo, aumentar la cuota de mercado exterior, ante lo estancado de la demanda en España. La exportación a países con mercados por explotar es, sin duda, un buen reclamo y en ese viaje se requiere también un esfuerzo de su Ministerio que no debe cesar. Pero no era necesario remarcar, desde la posición de su cargo, que en tiempos de crisis, el aceite de oliva es “un producto que tiene sustitutos, y no siempre el consumidor opta por el producto de más calidad y precio”. Será el momento, en todo caso, de divulgar con campañas o en cualquier acto público las bondades de una grasa que, incluso, en el mercado español es necesaria publicitar. A pesar de la crisis, hay cualidades, entre ellas las relacionadas con la salud, que el consumidor valora. Son, precisamente, estas las que las administraciones públicas subrayan en sus campañas. El mensaje debe mantenerse y hacer hincapié en la calidad y la singularidad de un bien que tienen su precio.

    25 ene 2009 / 23:00 H.