Un mayo bueno, pero poco
En líneas generales, se trata del mejor mes de mayo de la última década en lo que a descenso del paro se refiere. Pero Jaén, ya se sabe, tiene sus connotaciones muy particulares por la dependencia del monocultivo del olivar y todo lo que ello conlleva. No hay paralelismos ni lecturas extrapolables de otras provincias, porque el mar de olivos impregna la economía de una idiosincrasia única. Respecto a los datos que acaban de conocerse del quinto mes del año, registrados en las oficinas del Instituto Nacional de Empleo (Inem), la tendencia sí es similar a la del resto de la región, aunque el descenso apenas sea significativo, con 338 personas que encontraron un puesto de trabajo, lo que supone apenas un 0,50% menos. Frente a la ligera mejoría, pesa como una auténtica losa que son 67.114 los jiennenses que no tienen trabajo en la actualidad, y con la brecha de que ya hay 7.600 mujeres paradas más que hombres, con lo que ello significa de castigo para ellas en épocas de complicada coyuntura económica.
Desde las filas socialistas la leve bajada se interpreta claramente como una “parálisis” del mercado laboral, además de recordar que el salario medio de los jiennenses ha bajado un 10% en la primera mitad de esta legislatura.
Como sucede cada vez que se hacen públicos los parámetros del paro o de la Encuesta de Población Activa vuelve la recurrente reflexión sobre la necesaria diversificación de la economía jiennense, lastrada por tener todos los huevos en la misma cesta. El olivo que tanto fija la población al territorio, que conforma una forma de vida en sí mismo y una cultura propia, debe dejar paso a otras actividades productivas que abran el abanico del desarrollo futuro.
Desde las filas socialistas la leve bajada se interpreta claramente como una “parálisis” del mercado laboral, además de recordar que el salario medio de los jiennenses ha bajado un 10% en la primera mitad de esta legislatura.
Como sucede cada vez que se hacen públicos los parámetros del paro o de la Encuesta de Población Activa vuelve la recurrente reflexión sobre la necesaria diversificación de la economía jiennense, lastrada por tener todos los huevos en la misma cesta. El olivo que tanto fija la población al territorio, que conforma una forma de vida en sí mismo y una cultura propia, debe dejar paso a otras actividades productivas que abran el abanico del desarrollo futuro.