Un “mar de plata” en Jaén

En pocas ocasiones una ciudad y una provincia habían tenido la oportunidad de presenciar el nacimiento de una gran producción lírica, teatral, escénica y musical. La nueva creación artística de la Compañía Lírica de Andalucía, “Mar de Plata”, una zarzuela escrita, compuesta y producida en Jaén, se presentó ayer en el Teatro Infanta Leonor de la capital.

19 oct 2014 / 08:49 H.


Había nervios. Era su estreno nacional. No se sabía cómo la obra iba a “calar” entre el público jiennense. Muchos meses de ensayos, de preparativos para ponerlo todo a punto. Pero lo cierto es que caló y “a lo grande”. Las butacas estaban llenas. La expectación era máxima. Los asistentes tenían ganas de disfrutar con la puesta en escena de “Mar de Plata”, de “degustar” el triunfo de un género tan tradicional y actual como la zarzuela y, sobre todo, de descubrir esa historia “tan de Jaén” que traían Alberto Puig y Gema García, gerentes de la compañía.
Empezó a sonar la orquesta. Salió el coro de entre los decorados y se escucharon los primeros versos de sus voces. Voces que poco a poco desgranaron una emocionante historia —libreto de José Villar Casanova (Vica)— de esta tierra, de sus gentes. “Olivares, olivas que surcan los mares de la tierra mía”, tarareaban todos “al unísono” sobre un escenario, la finca del jefe don Rafael, donde no faltaban los aperos de labranza, herramientas típicas de la recogida de la aceituna. Tampoco ninguno de los detalles de la vestimenta de los campesinos de la época. Los actores se mostraron ataviados con refajos, pañoletas, esportillas, gorras..., convertidos en auténticos jornaleros y aceituneros transportaron al público hasta “las entrañas de ese mar de olivos”. Mostraron y acercaron al público parte de esa dura vida y de sus lazos, que transcurrió en un cortijo durante la recolección de la aceituna de la década de los 60, en esa época en que las manos lo eran todo en el olivar. Tras abrirse las puertas del cortijo, su amo don Rafael les dio la bienvenida para iniciar la campaña de la recogida de la aceituna. A partir de entonces, discurrió la trama dividida en dos actos. Fue en ese momento cuando, junto con ese canto que demostró la fuerza lírica y escénica de “Mar de plata”, el coro dio paso a una emocionante historia de pasión, de anhelos, dudas y deudas. “Para qué sirve el dinero, títulos y fama, si son traiciones y matan al alma”, decía una de las voces. “En esta tierra de trabajo duro nace el aceite puro y el amor con mancha”, decía otra. “Verdes olivares que Jaén idolatra, son de plata mares, son mares de plata”, se escuchaba a lo largo del libreto. “Campesino soy y a la tierra di mi sudor y sangre desde que nací”, decía otro de los extractos de la obra. Entre canto y canto se dio vida a los personajes principales. Por un lado, el señor del cortijo, don Rafael. Es un hombre bueno, apegado a la tierra, a quien la agricultura le dio todo lo que tiene en la vida. También apareció el cura, don Mariano, que actuó como el mediador en los conflictos de la finca rural. El personaje principal femenino lo encarnó Carmela, una chica que posee muchos matices, una muchacha de una familia humilde, que vivió una situación difícil. Es madre soltera y atraviesa un trance complicado, tanto emocionalmente como económicamente. Por otra parte, apareció Diego, el manijero del cortijo, que también es un hombre bueno y está enamorado de Carmela. Finalmente Juan Miguel, “el malo de la película”. Es hijo de don Rafael, dueño del cortijo. Sale de Jaén para estudiar fuera, ve otra vida y no sabe valorar todo lo que su padre ha forjado en casa. Junto con la trama, importante fue la parte musical, obra de Manuel Vílchez Martínez. Treinta músicos dirigidos bajo la batuta de Ángel Luis Pérez, situados en el foso del Teatro Infanta Leonor, supieron trasmitir la esencia de la zarzuela, en la que se combinó una parte muy sentimental con otra más lírica. Una estampa de Jaén con ritmos que sonaron a boleros de Jaén, melenchones y jaeneras. Todo con el olivar como telón de fondo y su gente y cultura en primera fila. La compañía lírica de Andalucía, con un equipo técnico y artístico formado por setenta y cinco personas dio vida, colorido y emoción a un montaje “inédito” en el panorama musical y escénico del país, pero con sabor y esencia jiennense. Una aventura “como la definieron sus protagonistas” que dio una oportunidad que pocas veces se había visto en Jaén: ser testigos de un montaje con música en directo, una orquesta y un largo plantel entre orquestas, balé o solistas. Un “ole” por “Mar de Plata”.