Un magnífico caleidoscopio turístico con mucho por descubrir

Jaén, paraíso interior”, el conocido lema turístico impulsado hace más de una década por la Diputación Provincial,  recoge en buena medida la idiosincrasia de una provincia como la jiennense, tan increíblemente atractiva, como gran desconocida. Se mire por donde se mire, desde los cuatro puntos cardinales, se pueden diseñar rutas y viajes que sorprenden, incluso, a los propios jiennenses. Su singular riqueza es tal que no se queda en un solo apartado, sino que cubre los más diversos, desde la monumentalidad renacentista con Úbeda y Baeza, Patrimonio de la Humanidad, como santo y seña, junto a la Catedral de Vandelvira, en la capital, hasta una vasta extensión de verdor en estado puro con sus cuatro parques naturales, uno de ellos el de mayor extensión del país. Pero además de riqueza patrimonial y naturaleza, el visitante puede encontrar una gastronomía única con el aceite de oliva virgen como hilo conductor de todos sus platos, unos sabores que sólo se pueden disfrutar de primera mano, en primera persona y que, por mucho que se glosen, las palabras siempre se quedarán cortas ante la prueba de fuego del paladar. Jaén es eso y mucho más. Porque por encima de paisajes está también el paisanaje, unas gentes acogedoras y orgullosas de los mil y un tesoros que se esconden casi por las esquinas. Esta Semana Santa se prevé que la ocupación hotelera se encuentre casi al completo, porque quizá sea la primavera la mejor época del año para disfrutar de las oportunidades que ofrece esta tierra. Se une, además, el aliciente de una Semana Santa repleta de tradiciones peculiares, con citas ineludibles con municipios como Fuensanta o Alcalá la Real, además de las más conocidas de Úbeda, Baeza y la propia capital. La tierra madre del zumo de aceituna es mucho más que mantos infinitos de olivares y, en vacaciones como las que se avecinan, es la ocasión perfecta para comprobarlo.

    27 mar 2010 / 09:47 H.