Un juego que acaba en tragedia
Issa se ahogó en la piscina de La Salobreja. Médicos y enfermeros del 061 estuvieron más de una hora junto a él en el filo del agua para intentar que se agarrara a la vida a través de ese hilo de pulso que mantenía y que hacía que los facultativos conservaran la esperanza.

A su lado, policías locales, socorristas y jóvenes que jugaban al fútbol en las instalaciones deportivas y que fueron capaces de mantenerlo en este mundo hasta que llegó el equipo de emergencias. Pero a las doce y veinticinco minutos de la medianoche del 7 de julio, Issa se fue para siempre. A esa hora, la manta que lo abrigaba le tapó el rostro a la espera de que llegara el equipo judicial para comenzar la burocracia que conlleva el levantamiento del cadáver. Issa llevaba unas semanas en Jaén. Era de Marruecos y estaba en el Centro de Acogida Carmen de Michelena. El 24 de julio debía de haber cumplido los 18 años, lo que conllevaría su salida del centro y su integración a la sociedad. Sin embargo, el pasado lunes, después de cenar, salió del complejo de la Junta de Andalucía dentro de un tiempo de permiso que tienen los residentes para favorecer su integración en la sociedad y nunca más volverá.
Al parecer, junto a dos residentes más de este centro y otros menores, se saltó la valla de la piscina de La Salobreja para jugar dentro de ella. Allí se lanzaban al agua en un juego que, según cuentan los testigos presenciales, consistía en tirarse al agua y agarrarse al bordillo. Issa no sabía nadar. Dicen que lo hicieron varias veces, aunque, en una de ellas, no pudo salir y se fue al fondo de la piscina. Algunos de los presentes pensaban que era una broma. No obstante, a los pocos minutos, los deportistas que jugaban al fútbol en las pistas contiguas se encontraron una imagen desgarradora.
Un grupo de niños chillaba agarrado a los barrotes pidieron auxilio. Les pedían que corrieran y les ayudaran. Que se lanzaran al agua porque había un niño en el agua que se estaba ahogando. Era Issa, el más grande de todos. A partir de ahí, tuvieron que saltar dos vallas para llegar a la piscina, que estaba oscura. Los pequeños señalaban a la parte más profunda. Decían que allí estaba su amigo. Pero no se veía nada. El primero que se lanzó al agua fue Jesús Fernández Jiménez. Vio a Issa en la parte más profunda. Intentó tirar de él, pero pesaba mucho. Esperaba a un niño más pequeño.
Minutos eternos
En unos segundos, hizo un nuevo intento y ahora sí que lo consiguió. Lo llevó hasta el filo y allí otros socorristas, de la propia piscina de La Salobreja, que también estaban por allí haciendo deporte, lo sacaron del agua. Comenzaron a hacerle la reanimación, pidieron auxilio por teléfono móvil, trajeron la bombona de oxígeno y se aseguraron de que no se tragara la lengua. Issac empezó a reaccionar. Expulsaba agua mientras que le realizaban el masaje cardíaco. Ahí se abrió un halo de esperanza. Cuentan que los minutos que tardó en llegar la Policía Local y el 061 se les hicieron eternos. Cuando llegaron los agentes se encontraron a Issac en el suelo y a otros dos chicos del Centro Carmen de Michelena. También había dos mujeres adolescentes y otros dos menores, de entre 10 y 11 años de edad. La Policía los custodió y avisó a sus padres. Y a partir de ahí empezó la pelea por salvar la vida de Issa, que murió a las doce y veinticinco.
La piscina de La Salobreja funcionó ayer con total normalidad. El agua en el que se ahogó Issac servía para aliviar el calor y avivar el ocio y disfrute de decenas de jiennenses. El Ayuntamiento afirma que las instalaciones estaban cerradas y que los menores se saltaron la valla sin permiso. Además, recalca que cumplen con la normativa de seguridad.