Un euro con cincuenta

En estos tiempos, en los que el bombardeo de datos económicos y políticos nos han inmunizado y convertido en seres incapaces de cualquier tipo de alteración más allá del primer asombro, de repente cualquier pequeño detalle nos hace reaccionar y recuperar sentimientos de indignación cuando la más sencilla operación supone un agravio en nuestros derechos. Y todo ello lo volví a vivir, por tan sólo un euro con cincuenta céntimos, que bien podría ser el equivalente a una cervecita del mediodía, eso sí, caña, que para tercio no llega; pero en este caso supone la comisión bancaria que cobra Caja Granada al pagar una tasa municipal. Y no quisiera pensar mal y vislumbrar que este Ayuntamiento está potenciando a costa de todos nosotros un negocio en cada pago de tasa o impuesto. Pero cuando es buen conocedor de ello, lo permite y consiente, se convierte en cómplice, bien por interés, bien por incompetencia, y ahora mismo no sé bien qué es peor de las dos. Y como males de muchos, consuelo de tontos, este pequeño gran indignado se convierte en pequeño gran afortunado al conocer de comisiones aún más altas con el pago, por ejemplo, de matrículas de la Universidad Popular. Y así una vez más gana la banca pero con el agravante de contar con el servil beneplácito de los responsables de nuestro Ayuntamiento. Y mi ánimo no está quedarme en la crítica, sino en animarles y, por qué no, exigirles una solución aún a costa de fastidiarles el invento, revisando y renegociando sus convenios de colaboración, o simplemente confeccionando, como así indica la legislación, un modelo o formulario normalizado de tasa. Y si no, pues nada, sigan así, que esto simplemente es una indignación pasajera, que como tal ya se nos pasará a quienes la hemos sufrido, y que su complicidad siga teniendo las mismas y fructuosas consecuencias para según qué intereses.

 

    25 may 2014 / 22:00 H.