Un estudiante ante la Justicia
La manifestación estudiantil del pasado 9 de mayo de 2013 en la capital jiennense tuvo un final accidentado. Tanto, que hoy se sienta ante su señoría un universitario que participó en aquella protesta y al que se le imputan delitos de atentado contra la autoridad y lesiones. Piden para él dos años y medio de cárcel y 36.000 euros. El fiscal, en su escrito de acusación, por el que abre juicio oral, determina que el estudiante agredió a un agente policial que le pidió la documentación para identificarlo, además de a otros más que acudieron en su auxilio para poder reducirlo. Sobre lo sucedido ese día al medio día a las puertas de la Subdelegación del Gobierno, en la antigua Plaza de las Batallas, hay documentación gráfica que, a buen seguro, será determinante en la sesión de mañana jueves para arrojar la luz necesaria sobre el asunto.
Además, como es obvio, de las declaraciones de todos los implicados. A lo largo de este tiempo, demasiado quizá para resolver un suceso de esta índole, las manifestaciones de apoyo al acusado se han sucedido. Mientras, según su familia, el joven ha vivido un verdadero infierno, un drama personal, al verse convertido en una especie de chivo expiatorio de todo lo que aquel fatídico día de hace más de dos años sucedió.
Como no puede ser de otra manera, es necesario que la Justicia cierre por fin una cuestión que, cuanto más se demore, menos justicia se hará. La familia del acusado esgrime la inocencia del chico, como es lógico, mientras se sienten fuertes con el respaldo de organizaciones sindicales y de algunos partidos políticos. Es obvio que las agresiones a la autoridad no pueden quedar impunes, la clave está, ahora, en determinar toda la verdad sin sombra de duda.