Un empate que acorta el camino hacia la salvación

Cuando el balón le llegó a Jona, en una combinación deliciosa del ataque jiennense, el corazón se encogió porque la acción tenía el sello del gol. “¡Ahí está la permanencia!”, gritaron algunos aficionados que seguían con atención el encuentro. No era fácil centrarse en el partido del Iberostar porque el eco del Barça-Atlético superaba cualquier momento. Jona, escorado a la izquierda, perdió unos segundos, los suficientes para que Bigas se lanzara con la velocidad del rayo y taponara el tiro.

17 may 2014 / 22:00 H.

La pelota acabó en saque de esquina, pero bien pudo terminar en la red de Rubén Miño, porque la ocasión fue de las que no suele fallar el ariete malagueño. Y todo en el tiempo añadido, cuando el encuentro expiraba y un gol suele ser sinónimo de victoria. Pudo suceder lo vivido ante el Tenerife, pero, esta vez, Jona no tuvo el acierto y la determinación de entonces desde los once metros. Ahí murió la mejor oportunidad del Real Jaén en Mallorca, que no la única, porque Fran Machado tuvo una doble a un cuarto de hora del final que pudo desnivelar el marcador. Sin embargo, esa acción tenía una dificultad máxima por el tipo de pase (aéreo) y porque el desmarque de ruptura del capitán lo desplazó a una zona sin demasiado ángulo. Miño, además, estuvo certero en su media salida.
Jugadas como las de Jona y Machado, en la recta final del encuentro, mostraron a un Real Jaén entero, fresco y con una sensación de crecimiento maravillosa. El equipo de Herrero fue leal a su concepto y a su ideología. Y lo hizo muy bien durante todo el encuentro. Se cosió  atrás, con las líneas juntas, y defendió con una extraordinaria organización. El Mallorca llegó y generó peligro, pero por acierto propio, aunque, es verdad, su primera gran ocasión se presentó en una falta de decisión entre René y Servando que el meta se encargó de solventar con una excelente intervención. El remate de Hemed al travesaño en la segunda parte fue una acción técnica inmensa de un futbolista con recursos y un talento innato.
El Mallorca tuvo una puesta en escena intensa y llena de emociones. Quería la victoria a toda costa y no dejar pasar el reloj sin marcar pronto. Esa necesidad de hacer gol se convirtió poco a poco en un estado de ansiedad propio de un equipo que lleva ocho jornadas sin ganar y tres puntos de veinticuatro posibles. Un conjunto plagado de estrellas y con una clase natural se estrelló siempre contra sí mismo, contra esa obligación de vencer para no caer al pozo. La sensación opuesta dejó el Real Jaén, el rival paciente y sereno que nunca pierde la calma. Se le ve al equipo seguro, fuerte en su concepto y con una mentalidad liberada de cualquier presión. Siempre fue a lo suyo: toque, posesión y control. Lo hizo muy bien para contrarrestar a un oponente que, además de calidad, expuso vigor y energía para acercarse a René. Siempre por bandas, porque Nsué y Marco Asensio crearon mucho peligro por los costados. La mejor arma balear también fue contenida en el segundo tiempo.
El Real Jaén frenó primero al Mallorca y luego se dispuso a mirar a Miño sin temor alguno. Terminó por dominar la segunda mitad y por tener más posesión que el rival. Herrero fortaleció a los suyos con la entrada de Quesada en la recta final. Volvió el mediocentro y la distribución tradicional hasta hace cuatro encuentros. Como experimentó poco antes con la entrada de Gaitán por Nando, que propició el desplazamiento de Kitoko a la banda izquierda. Para ese momento, Carreras había puesto todo sobre el césped. Ni así consiguió el gol. El Real Jaén, firme y estable, controló sin problemas. Y se hizo con un punto que lo acerca más a la salvación. El domingo, La Victoria se vestirá de gala para celebrar una verdadera fiesta. Los 51 puntos son posibles. Ahí estará la permanencia. El invitado, la Ponferradina.