Un crimen en un callejón sin salida
La investigación por el conocido como crimen de Peñamefécit entra en un punto muerto. La decisión del juez de dejar en libertad a los dos detenidos por la Policía —un hijo y un nieto de la víctima— por la endeblez de los indicios reunidos contra ellos ha situado a los investigadores en un callejón sin salida. Las esperanzas por resolver el caso están ahora en los laboratorios y en los resultados de diversas pruebas biológicas.
La víctima, una anciana de 85 años, fue asesinada a golpes en su casa de la calle Jacinto Higueras, en el barrio de Peñamefécit. Fue en la tarde del 28 de diciembre. Desde entonces, los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) han trabajado para tratar de dar respuesta a una pregunta inquietante: ¿Quién mató a Trinidad?
La víctima, una anciana de 85 años, fue asesinada a golpes en su casa de la calle Jacinto Higueras, en el barrio de Peñamefécit. Fue en la tarde del 28 de diciembre. Desde entonces, los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) han trabajado para tratar de dar respuesta a una pregunta inquietante: ¿Quién mató a Trinidad?
Tras casi tres meses de pesquisas, la Policía se atrevió a practicar las primeras detenciones. El domingo por la mañana, puso las esposas a dos familiares directos de la víctima, en concreto, a uno de sus cinco hijos y a uno de sus once nietos. Tras pasar dos noches en los calabozos de la Comisaría, ambos fueron puestos a disposición del juez Antonio Valdivia, quien decretó su puesta en libertad y no dictó contra ellos ninguna medida cautelar. Eso sí, técnicamente siguen imputados en la causa judicial que se sigue por homicidio en el Juzgado de Instrucción número 2 y que se mantiene bajo secreto de sumario.
Para la Policía, Pablo Jesús A. D. es el presunto autor de la muerte —los investigadores creen que Trinidad P. G. pudo morir de forma accidental en una caída tras un forcejeo o un empujón—. La hipótesis de trabajo de la UDEV es que su padre, presuntamente, trató de encubrir el hecho. Pero, ¿qué llevó a la Policía a arrestarlos? Básicamente, las “contradicciones” en las que, al parecer, han incurrido en sus declaraciones a lo largo de los últimos tres meses, un periodo de tiempo en que ambos han sido interrogados en varias ocasiones. Las pesquisas se centraron desde el principio en el nieto de la fallecida. Un vecino declaró a los agentes que, el día del crimen, observó cómo un joven tocaba el timbre en la casa de Trinidad, al tiempo que decía “abre, abuela”. No logró verle la cara, aunque sí dio una descripción de la ropa que llevaba; prendas que, al parecer, pertenecen a Pablo Jesús A. D. El testigo situó esos hechos a las tres y media de la tarde de día de autos.
El nieto siempre ha negado que visitara a su abuela. No obstante, su coartada no convenció a los investigadores: les contó que estuvo en su casa de Mancha Real solo, viendo páginas web en su teléfono. Según los investigadores, a esas horas, no se conectó a internet.
No obstante, la Policía Científica no encontró ni una sola huella de Pablo Jesús A. D. en la casa de su abuela. De hecho, todo estaba limpio. Solo se hallaron tres huellas de Pablo A. P., el hijo de la víctima detenido. Una de ellas estaba en un joyero en el que se guardaban las únicas alhajas de Trinidad que su familia echó en falta tras el crimen. Los investigadores califican de “extraño” ese hallazgo.
Hay otro indicio que no le termina de encajar a la Policía. Hace referencia a los motivos por los que Pablo A. P. se presentó en casa de su madre —fue el que encontró el cadáver—. Ese día, había una celebración familiar y uno de sus hermanos se había ofrecido para recoger a la anciana alrededor de las seis y media de la tarde. Sin embargo, Pablo A. P. acudió una hora antes a la vivienda de la calle Jacinto Higueras, según él mismo declaró. La pregunta clave es por qué fue: El arrestado respondió que había telefoneado en repetidas ocasiones a su progenitora y que no obtuvo respuesta, lo que le preocupó enormemente. Por eso, se presentó en la casa. Sin embargo, la Policía ha comprobado los registros telefónicos y no existe constancia de que se realizaran las llamadas a las que hace referencia. También sorprendió a los investigadores la hora en la que el hombre avisó al 112 para avisar del hallazgo del cadáver: fue a las seis y cinco de la tarde, es decir, casi 35 minutos después de que, según su propia versión, se personara en la vivienda de su madre. ¿Por qué hay ese desfase?
Para la Policía, todos estos indicios apuntan a que padre e hijo están involucrados en la muerte de Trinidad P. G. Los investigadores reconocen la “debilidad” de sus argumentos. “Es lo que hay”, sostienen. E, inmediatamente, añaden la coletilla: “Por el momento”. Y es que aún deben llegar los resultados de varias pruebas biológicas que fueron encargadas a los laboratorios. Se ha mandado analizar todo tipo de objetos y ropas recogidas en el escenario del crimen y otros pertenecientes a todos los miembros de la familia. Algunas de estas prendas fueron decomisadas por la Policía en los registros domiciliarios practicados el pasado fin de semana en las viviendas de los dos detenidos. Es la baza que le queda a los investigadores para salir del callejón sin salida en el que se encuentran.