Un buen negocio en tiempos de crisis

Manuela Rosa Jaenes
Jaén es tierra de caza y un lujo para los aficionados a un negocio que mueve, cada año, alrededor de doscientos millones de euros sólo en la provincia. Se cuentan por miles las personas de dentro y fuera de España que se trasladan a las sierras jiennenses, entre octubre y febrero, para participar y disfrutar de las monterías.

    01 mar 2009 / 11:17 H.

    Gente de la nobleza, altos cargos políticos, banqueros de prestigio, empresarios nacionales de postín y lo más granado de la vida social y cultural del panorama nacional e internacional conocen de cerca los singulares parajes donde se organizan batidas y festines por todo lo alto. Personalidades que contrastan con los monteros de toda la vida, aquellos que intentan vivir de un negocio que, este año, también empieza a notar la crisis.
    La temporada, que expiró la semana pasada después de una prórroga motivada por las persistentes lluvias del invierno, cumplió con las expectativas generadas entre los organizadores al principio de la campaña, según comenta Mariano Pastor, delegado provincial de la Federación de Caza. Sin embargo, la recesión económica que vive el país empieza a cebarse también con las monterías, consideradas un negocio para muchos y una afición para otros. “Se ha notado la crisis, pero el miedo está en la próxima temporada”, apunta. La cuestión radica en que las monterías se organizaron antes del verano pasado, cuando todavía no se percibían los problemas económicos. La consecuencia es que, con los contratos firmados, fueron pocos los que, a partir de octubre, se atrevieron a romper sus promesas y, como pudieron, cumplieron sus pronósticos y acudieron a las batidas.
    Lo mismo opina el delegado provincial de Medio Ambiente, José Castro, que confirma la calidad de las reses obtenidas y la “buena” organización en general, aunque matiza que los sectores secundarios, los que dependen subsidiariamente del sector cinegético, como el turismo, son los que notaron las consecuencias de la crisis. Un ejemplo: si antes los cazadores pernoctaban dos noches, en la última temporada lo hicieron sólo una. No obstante, Antonio Pérez Gómez, delegado andaluz de la Federación de Caza, considera que las bajas en las monterías, en el ámbito de Andalucía, rozaron el cincuenta por ciento. Es más, en muchos casos se tuvieron que suspender y, en otros, abaratar los puestos.
    calidad. En lo que sí coinciden todos los responsables del sector, incluida la Junta de Andalucía, es en la calidad de los trofeos en los cerca de mil cotos que hay en Jaén. La gran mayoría son de tipo privado, dispersos por toda la provincia, pero, especialmente, en la comarca de Andújar, un referente nacional por sus excelentes piezas y considerada uno de los grandes santuarios de las monterías. El principal coto público es la Reserva Andaluza de Caza del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas que, según la Administración andaluza, tiene 280.000 hectáreas. En todos ellos se organizan unas cuatrocientas cacerías cada temporada, en la que se obtienen más de diez mil piezas, entre jabalíes, ciervos, muflones y gamos. 
    Mariano Pastor afirma que, en cuanto a caza mayor, el resultado fue más que exitoso, no sólo por el número de piezas abatidas, sino también por la calidad de la carne. El lado contrario se encuentra en la caza menor, en concreto, la perdiz, donde este año hubo muy pocas. El problema está en la escasa repoblación. Se trata de un animal autóctono en Castilla-La Mancha, pero cada vez más difícil de encontrar en los parajes jiennenses. Además, es uno de los más caros, ya que por cada pieza se paga una media de veinticinco euros, cuando el kilo de carne, por ejemplo, de jabalí apenas supera el euro.
    En este sentido, el delegado de Medio Ambiente asegura que la Junta de Andalucía se vio obligada a modificar las “manchas” (terreno que batir) en muchas zonas, sobre todo en las fincas de Andújar, en aras de la conservación de algunas especies, algo por lo que vela la Administración y los propios cazadores, los verdaderos “amantes” y “enamorados” de la Naturaleza.
    las cifras. El sector cinegético es tan importante para la provincia como los presupuestos de la Administración para cualquier Ayuntamiento. Porque las monterías no se quedan sólo en un día de campo para cazar, sino que son algo así como una industria que mueve alrededor de doscientos millones de euros en Jaén, mil quinientos en Andalucía y dos mil doscientos en España. Es más, la cacería genera unos ciento ochenta mil jornales en la provincia cada año y un millón y medio en la comunidad andaluza. Mariano Pastor puntualiza que sólo en guardas hay cuatrocientos en los cerca de mil cotos jiennenses. A todo ello hay que unir rehaleros, carniceros, veterinarios, taxidermistas, cocineros... Y sin contar con los trabajadores de los hoteles, la restauración o la transformación de los productos de la caza. Ahora bien, el negocio en sí se encuentra en la venta de los puestos, que varían mucho en función de la riqueza cinegética de la finca y el prestigio. Las más caras son las que garantizan al cazador un número de disparos (otra cosa es que su puntería le permita cobrarse las piezas) y pueden costar hasta tres mil euros. El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, dijo que había pagado mil euros en la montería que le costó su cargo político. Sin embargo, hay monterías “sociales”, aquellas cuyo coste oscila entre los trescientos hasta los seiscientos euros.
    En el caso de los cotos públicos, titularidad de la Junta de Andalucía, la obligación de la Administración autonómica es reinvertir los beneficios de la actividad cinegética en la mejora y gestión del monte. Para la próxima temporada, el delegado de Medio Ambiente avanza que el fin es incrementar las ofertas para mejorar los resultados. ¿La fórmula? La introducción de nuevos manejos cinegéticos en constante equilibrio con la conservación de las especies. Otro tema es la carne. Un día de caza da mucha. Son miles y miles los kilos que se reparten en una montería y todo debe estar controlado al máximo para cumplir las normas higiénicas y sanitarias que exige la Administración. Los monteros se quejan de que, a partir de la próxima temporada, estarán obligados a instalar mataderos apropiados en las fincas donde se matan las reses para poder repartirlas entre los cazadores. Un coste añadido a la bajada del precio, que se desplomó hasta en un tercio. No obstante, la mayoría de los organizadores de monterías vende las reses a empresas especializadas que, además, se encargan de transportarlas a países como Alemania o Austria, y, así, se evitan muchos “quebraderos de cabeza”. Es lo habitual en las grandes monterías, porque en las pequeñas lo normal es que la carne se reparta entre los participantes. En cualquier caso, si el trofeo merece la pena (nunca menos de una cornamenta de ocho puntas), el tirador se llevará la cabeza a casa para exhibirla disecada en el mejor sitio con la fecha y el lugar del disparo. Hay un sistema oficial que otorga el oro, la plata o el bronce de los trofeos. El treinta y cinco por ciento de los que se consiguen en las fincas andaluzas procede de la provincia de Jaén.
    Las monterías son algo más que un día de caza. Es una forma de vida, una cultura y un coto masculino donde los negocios y la política siempre están presentes. El contacto con la naturaleza convierte a los cazadores en los principales conservadores de sus piezas, monteros que cuidan mucho su estética campestre, a pesar de que predomina el hombre urbanita y asiduo a la corbata. Un mundo repleto de aventuras.


    Testimonios

    ANTONIO GÓMEZ CUENCA
    “Ha costado trabajo completar los puestos”
    Ha organizado catorce monterías en Andújar y en la provincia de Córdoba. Asegura que el perfil de sus clientes es con un alto poder adquisitivo y, en general, procedentes de Andalucía, Madrid, Levante y Castilla-La Mancha. Antonio Gómez Cuenca, responsable de Monterías Cencerra, confirma que, con la crisis, “ha costado completar los puestos”. Sin embargo, él no ha tenido ni que cambiar fechas ni suspender ninguna. En total se han matado alrededor de mil reses, incluidos cien jabalíes. Puede presumir de ser el único organizador de monterías de España que cuenta con una sala de despiece y un cátering propio, donde trabajan más de treinta personas. La carne cazada en el monte la exporta a toda Europa. Antonio Gómez lleva en este sector treinta y cinco años de los cuarenta y nueve que tiene. Dice que él no caza, ya que prefiere reservar las piezas para que sean sus clientes los que disfruten con este deporte cinegético, un negocio en el que se siente feliz.

    PEDRO ACEITUNO JIMÉNEZ
    “He logrado una raza de perros auténtica”

    Pedro Aceituno Jiménez sabe mucho de caza y, sobre todo, de rehalas, en las que está especializado desde hace varios años. Tiene cuarenta perros en Valdepeñas de Jaén, adiestrados y mimados para participar en decenas de monterías en cada temporada. “He conseguido recuperar la raza del podenco campanero, que es la auténtica, la de toda la vida. Son perros extraordinarios para la caza”, comenta. Pedro Aceituno participó, en la última temporada, en unas treinta monterías. Normalmente, acude a las de élite, aquellas en las que sus perros son un lujo. Asegura que lo habitual es que por cada rehala paguen unos doscientos cincuenta euros. Sin embargo, en ocasiones los organizadores brindan puestos a cambio de dinero. “A mí eso no me interesa, porque yo no cazo, lo mío son las rehalas”, añade. Aceituno Jiménez fue, durante cinco años, presidente de la Asociación de Caza en Valdepeñas, municipio en el que reside y en el que cuida a sus perros.

    EMILIO BRIONES BLANCO
    “El precio de la carne ha bajado un tercio”

    Ha participado en la organización de once monterías, celebradas en la provincia de Córdoba, como presidente de Montesa, una organización sin ánimo de lucro formada por cuarenta socios. Reconoce que, económicamente, la temporada ha sido “la peor que se recuerda”. Sin embargo, asegura que ellos no han notado la crisis, ya que todas las monterías previstas se celebraron con todos los puestos cubiertos, ya que los socios, con el abono de sus cuotas, tienen cubierta la plaza. “Hemos matado seiscientas reses”, apunta. Emilio Briones indica que el principal problema con el que se han encontrado es con la bajada del precio de la carne de monte, que se ha desplomado en un tercio aproximadamente. La consecuencia es que los socios se han visto obligados a realizar una pequeña aportación para sufragar los gastos de la venta de la carne. Lo positivo: cada montería da trabajo a alrededor de cincuenta personas. Lo mejor, en tiempos de crisis.

    JOSÉ IGNACIO RAMOS GONZÁLEZ
    “Se han abaratado mucho las monterías”

    “En muchas monterías apalabradas se han roto los contratos o se han abaratado”. Así resume José Ignacio Ramos la temporada recién terminada. Él es director de Unicaja en La Puerta de Segura, pero, como afición, se dedica a organizar monterías en la Sierra de Segura, Andújar y Marmolejo, entre otros sitios. En total, celebraron ocho, con una media de cuarenta cazadores en cada una. Asegura que se produjo más demanda en las que tenían los puestos más baratos. “El problema es que la caza mueve mucho dinero dedicado al ocio. Si hay crisis, lo primero que se recorta es lo que se destina a eso mismo”, comenta. Dice que los precios de los puestos que ellos vendieron oscilaron entre los 3.000 y los 450 euros. En este sentido, apunta: “Hoy en día, hay posibilidades para todos los bolsillos”. José Ignacio Ramos también vende la carne de monte a empresas especializadas. Sin embargo, este año bajaron tanto los precios que casi se regaló.

    ANDRÉS GARCÍA RODRÍGUEZ
    “La crisis se ha notado en esta temporada”

    Es el presidente de la Federación de Caza de Chiclana de Segura. Dice que organizó tres monterías en la última temporada, en fincas particulares y de la Administración, y asegura que la crisis se notó bastante. El mayor problema estuvo en las batidas de jabalíes: “Yo creo que la gente busca más variedad y por eso cuesta más completar los puestos cuando se trata sólo de cochinos”, comenta. Sirva como ejemplo que los puestos de las monterías variadas cuestan alrededor de seiscientos euros y las de cochinos, doscientos cincuenta. Andrés García afirma que las monterías no son un negocio ni para él ni para los setenta y cinco federados que tiene, sino que van “a gastos”, es decir, a vivir la caza sin tener en cuenta si ganarán dinero o no. “Hemos matado unos cuarenta venados en cada montería y entre diez y catorce jabalíes”, puntualiza. Los clientes son de Chiclana, pero también de Madrid, Castellón, Tarragona, Córdoba y Granada, entre otros territorios. En cuanto a la carne que obtienen, lo habitual es que los propios socios se la repartan en grupos. Sin embargo, Andrés García apunta que, a partir del próximo año, se complica la situación, porque la Administración andaluza les obliga, bien a construir un matadero en la misma finca, con determinados requisitos, o bien a vender la carne a una empresa especializada. Tendrán que consultar lo que harán.