Un bosque encantado con crítica, ironía y mucho humor

Combinación de crisis con ironía, y defensa de las costumbres propias fue el cóctel que sirvieron los finalistas del carnaval jinennense en el Teatro Infanta Leonor. En mitad de un ambiente festivo, de color, purpurina y postizos, los participantes dieron lo mejor de sí en sus interpretaciones.

    05 mar 2011 / 12:35 H.

    Como si el teatro municipal se hubiera disfrazado de bosque animado, anoche los duendes, ninfas y demás criaturas se camuflaron, entre jiennenses para disfrutar del espectáculo que ofrecieron los seis grupos finalistas y la chirigota invitada “El Chiricoro del Goya”. De este modo, los primeros en salir al escenario fueron los miembros de la hermandad secreta de guerreros defensores de Jaén, de la comparsa “La Herencia”. A partir de letras con las que ensalzaron la comunidad autónoma andaluza o críticas contra el aborto, estos defensores de la capital de Santo Reino recibieron cálidos ánimos de sus familiares y conocidos.
    Dispuestos a lanzar puyas por doquier y, sobre todo, a seguir a los morosos, los cobradores del frac de la comparsa tosiriana “Por un puñado de dolores” no dejaron a nadie a salvo de deudas en su presentación. Y es que, estos profesionales del agobio —en versión azul—, revelaron una lista de famosos con deudas entre los que citaron a Iniesta, la Pantoja, Laporta , Jesús Vázquez y hasta Sara Carbonero. Duros y sin piedad, los del frac lanzaron su primeros dardos a los fanáticos del carnaval que carecen de criterio y objetividad. “Olvida los premios, la rivalidad. Porque el carnaval es para que disfrutes, déjate llevar por la irónica guasa, la chispa y la gracia, por mí no te asustes”, cantaron. No menos afiladas fueron sus coplillas para los bancos en el pasodoble Con la crisis.
    La versión femenina de los guardianes de Jaén, subieron a las tablas ante un grandioso fondo del Castillo de Santa Catalina. Las integrantes de la comparsa jiennense “Por encima de mi cadáver” mostraron su fidelidad a su tierra no solo con las letras de Alberto Rueda, sino también con las músicas, ya que se pudieron escuchar el himno de Jaén, o el de El Abuelo. Con potentes voces y mucho genio, las jiennenses ironizaron con la actitud de los españoles ante el mundial, en lugar de hacer caso al verdadero drama del paro. Mientras, el cuplé se lo dedicaron al pulpo Paul.
     De pequeños marineros y mininovias, los integrantes de la chirigota “Recuerdo de mi primera hostia”, de Mengíbar, enseñaron nuevas cartas de San Judas Tadeo y mandamientos con los cuplés dedicados a las inacabables obras de la Plaza Santa María o a la reciente ley de reducción de velocidad a 110 kilómetros por hora. Porque si los niños no se callan cuando se trata de decir la verdad, estos pequeños, a punto de recibir su primera comunión, no se cortaron ni un pelo para “dar caña” a la alcaldesa de Jaén, Carmen Peñalver y al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Mientras, en los pasodobles ensalzaron las señoriales calles de la ciudad del Santo Reino.
    Recién desembarcados, los marineros de la comparsa de Arjona, “Vividores”, cantaron sus viajes marítimos entre Cuba y Andalucía. Un bello símil de ambos lugares en las letras que cantaron con pasión y entrega, los participantes con tipo de marineros chulescos, pero inocentes, al mismo tiempo.
    Como cabras —un poco por su locura por el carnaval— subieron al escenario del Infanta Leonor los participantes de la chirigota “Los que tiran pal monte”, de Los Villares. El grupo caprino, con pastor incluido, se introdujo en las dificultades económicas por las que atraviesa el equipo de fútbol del Real Jaén. Un pasodoble titulado Corren malos tiempos recordó al público (unos más indignados que otros) el dolor de la afición por la falta de dinero del club.
    Para cerrar la mágica noche, actuaron como grupo invitado los integrantes del “Chiricoro del Goya”, así disfrazados de jugadores de rugby y animadoras, estos jiennenses cerraron la final del concurso del carnaval. Por otra parte, la fiesta en los alrededores del centro neurálgico, no cesó ya que el Infanta Leonor fue, cual bosque encantado, el punto de encuentro del resto de los grupos que desfilaron por el pasacalles.  Diana Sánchez / Jaén