Un arsenal del que no escapará ningún inocente
Nuria Fernández / Jaén
Manos que se desprenden al saludar, insectos que se asoman a la taza del café, bombones de chocolate que saben “a rayos”, petardos para los cigarros o cacas de plástico. Grandes y pequeños atesoran munición para dar hoy algún que otro susto a los más inocentes en un día en el que más vale estar alerta.

Manos que se desprenden al saludar, insectos que se asoman a la taza del café, bombones de chocolate que saben “a rayos”, petardos para los cigarros o cacas de plástico. Grandes y pequeños atesoran munición para dar hoy algún que otro susto a los más inocentes en un día en el que más vale estar alerta.
Aunque las bromas no han cambiado demasiado, muchos despistados volverán a ser víctimas de los más hábiles, aquellos que se llenan los bolsillos de “armas”, cuando menos, divertidas.
“Los que más se venden son los antiguos, los de siempre”, explica Antonio Peñalver, propietario de Modas Peñalver, el comercio de artículos de “guasa” más antiguo de la capital, con sesenta años de historia. Sus estanterías rebosan estos días con un muestrario más que atractivo de bombas fétidas, anillos que salpican agua, paquetes de tinta mágica, chicles que saben a pimienta, comprimidos que colorean el chorro del grifo o pastillas de jabón que manchan las manos. Pero el producto estrella, según aseguran las dependientas, Marta y Vanesa, son las bombas de peste.
“Ha venido gente durante toda la semana, no sólo para hacerse con artículos para el día de los Santos Inocentes, también para gastar bromas en Nochebuena y Año Nuevo”, explican. Los “amigos invisibles” frecuentan estos locales, donde encuentran objetos más “picantes”. Sobre todo acuden chiquillos, entusiasmados con la idea de hacer saltar a los adultos, pero los abuelos no se quedan cortos. “Muchos vienen con sus nietos y les explican cómo hacer las bromas. Algunos son clientes de toda la vida”, explica Antonio Peñalver.
También han salido artículos novedosos, como los tenedores extensibles que te permiten picar del plato del que está sentado al otro lado de la mesa, o el “levantaplatos”, que se coloca debajo del mantel y mueve la bandeja del comensal. Enseres, todos ellos, que hacen más divertidas las cenas, como los sobres de azúcar con “sorpresa”.
La tienda Party Time, de reciente creación, demuestra que las inocentadas son rentables. Su propietaria, Isabel Robles, confiesa que siempre lleva algún “cacharro gracioso” en el bolso cuando sale con sus amigos. “Aunque la mayoría acostumbra a estar alerta, siempre hay algún despistado que pica”.
Nadie diría que este día recuerda la matanza de Herodes, al que se le escapó el niño. ¡Inocente!