26 jun 2015 / 14:40 H.
La noticia llegaba el viernes 12 de junio y con sello de urgencia. La ministra de Fomento, Ana Pastor, daba una buena nueva más que esperada por los jiennenes: El inminente inicio el lunes siguiente de las obras de adecuación del firme de la A-44 con una inversión prevista de tres millones euros. Se trata del tramo entre Cambil y Huelma, precisamente, el que más quejas suscitaba de los conductores y que terminaba con el límite de la provincia granadina. Sin embargo, con el paso de los días, los viajeros han pasado de la satisfacción, al escepticismo y, por último, a la indignación, al comprobar que el arreglo tan esperado —después de ocho años sin invertir en esa zona— se limita a parches puntuales, con la consiguiente fecha de caducidad. O lo que es lo mismo, pan para hoy y hambre para mañana. Con ese panorama, no es de extrañar que los ciudadanos, sobre todo los que a menudo necesitan utilizar esa importante vía de comunicación, se sientan en cierta forma engañados y reclamen una atención integral. Al menos, que eliminar el evidente agravio comparativo con la autovía cuando se traspasa la frontera ficticia con la vecina provincia. No parece serio que se intenten compensar años de abandono con un lavado de cara que, con el tránsito que soporta ese asfalto, acabará por volver a sus orígenes antes de lo que parece. Tanto es así, que el propio subdelegado del Gobierno, Juan Lillo, asegura que reclamará al Ejecutivo una partida presupuestaria para 2016 que pueda invertirse en un “plan integral” para arreglar tanto esta carretera como la A-4. Es de esperar que, como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones con otros tantos proyectos de uno u otro color político, no quede todo en una pose electoralista.