Un antes y un después
Situaciones excepcionales precisan medidas excepcionales. La respuesta de los demócratas a los atentados de París ha sido la unidad frente al terror pero, además, es preciso concretar la línea a seguir a partir de ahora, porque el 13-N marca un antes y un después. Desde la capital parisina, el presidente de la República, François Hollande, insistió en el mensaje que ya lanzó esa fatídica noche, el principio de fuerza del Estado de Derecho para defender los valores de la convivencia en paz. En una sesión conjunta entre diputados y senadores, la ciudad herida se marcó el objetivo de eliminar el terrorismo de Estado Islámico, de manera que se intensificará la ofensiva militar contra el grupo asesino en Siria.
Desde el viernes por la noche se han sucedido las muestras de apoyo y solidaridad al país vecino desde todos los ámbitos sociales y países del planeta, además de obligar a implantar protocolos de actuación contra el yihadismo. Es la hora de trabajar juntos, de estar alertas pero sin miedo, para garantizar un futuro sin guerra. Porque, en un escenario global como el que se vive en este siglo, los conflictos armados no se quedan en el país en el que se producen. Los fundamentalismos traspasan fronteras y llevan el dolor y la destrucción a cualquier lugar del planeta. Es preciso no perder de vista el objetivo común de la paz para eliminar a los asesinos de la faz del mundo.
Desde Francia se anuncia un cambio en la Constitución para combatir el yihadismo, la ley de leyes por delante para avanzar en una sociedad sin fundamentalismos asesinos. Mientras, la UE refuerza el control en sus fronteras. Es preciso no perder la fe y tener la inteligencia y el sentido común suficientes para ser capaces de no caer en las mismas estrategias que los asesinos.