Un aniversario para derribar otros muros que aún se sostienen
El centro de la ciudad de Berlín se convirtió por derecho propio en epicentro de un canto mundial a la libertad, en la celebración por parte de miles de personas llegadas de toda Europa de la caída del muro, un momento histórico que simboliza la reunificación de Alemania. Ni la lluvia ni el frío hicieron mella en los numerosos turistas y alemanes que no quisieron perderse semejante efeméride, para poder decir algún día, dentro de décadas, la famosa frase que hoy también repiten muchos respecto a aquel 9 de noviembre del año 1989: “Yo también estuve allí”.
En algunos casos será cierto y, en otros, como la polémica sobre el presidente francés, la realidad está en el punto de mira. Pero hoy no es día para controversia, sino para felicitar a todas las democráticas, para ser optimistas respecto a un futuro en armonía, gracias a un acto tan emotivo como cargado de simbolismo. La emblemática Puerta de Branderburgo se convirtió en lugar de encuentro de estadistas llegados de todos los puntos del planeta. Más cerca que el país alemán, en el recinto del Campus de Las Lagunillas, el flamante Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén, el magistrado Baltasar Garzón, hacía referencia por la mañana a que su investidura se producía justo veinte años después de que “un pueblo dividido recuperaba la libertad”. Una referencia histórica que también recogió en su discurso el rector, Manuel Parras, al utilizar el símil de que también Garzón, con su trayectoria profesional, ha derribado el muro de la impunidad. Mientras, activistas israelíes derribaban parte del muro levantado por Israel en el territorio palestino de Cisjordania, una protesta con la que quieren denunciar la construcción de lo que ellos califican como el “muro del apartheid”. El vigésimo aniversario de la reunificación alemana debe servir como reflexión para eliminar todos los muros que aún se sostienen tanto en lugares físicos, como mentales.