Un alcalaíno brinda ayuda humanitaria en Afganistán

Un profesional como la copa de un pino. El alcalaíno Enrique Landelino Contreras Pulido es el jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la oficina de la ciudad de Jalalabad, en Afganistán. En ese país azotado por un conflicto armado realiza una meritoria labor humanitaria. Explica que la labor de la organización tiene como pilares la protección y la asistencia. En el primer ámbito se intenta, a través del diálogo con los actores armados, que civiles y excombatientes se vean afectados lo menos posible por las hostilidades. Se habla con las víctimas y se documentan los hechos acontecidos. Incluso, visita las cárceles para asegurar que los reclusos son tratados con dignidad. En la parte asistencial hay programas de salud para heridos, talleres de primeros auxilios y otras materias y apoyo humanitario para los desplazados, con el ofrecimiento de recursos para la construcción de refugios y para el acceso al agua.
Contreras comenzó como consultor en comercio internacional para el Ministerio de Industria en Miami. “Mi idea inicial era trabajar en el sector y dedicar el tiempo libre o las vacaciones a asuntos humanitarios”, explica. Tras adaptar su perfil laboral entró en un programa del Banco Mundial llamado “Red Global de Aprendizaje para el Desarrollo”. De allí pasó a Albania con el Ministerio de Asuntos Exteriores y luego a Senegal, Namibia, ya con la Cruz Roja Española. Antes de recalar en Afganistán pasó por Nigeria y Colombia. Allí impulsó conversaciones con miembros del grupo armado de las FARC.
Enrique Landelino Conteras es consciente del peligro de las misiones en las que participa. En el caso del país centroasiático, por ejemplo, está en contacto con Estado Islámico de Afganistán, generalmente llamados talibanes. Por eso, se trabaja en la estrategia de “aceptación” por parte de la población local. Para ello es fundamental que haga un buen trabajo que genere confianza entre los nativos del país. Se es neutral y no se entra en controversias ideológicas o políticas, sin discrimunaciones étnicas, religiosas o de cualquier otro tipo. En Colombia destacó la entrega al CICR por parte de las FARC de una rehén y el acompañamiento de un convoy con insumos médicos que atravesó el territorio en medio de revueltas y el bloqueo de carreteras. Igualmente se evacuó a excombatientes heridos y se construyó una infraestructura sanitaria en una aldea entre combates. Por otro lado, valora la convivencia con el pueblo indígena nasa.
“Me siento afortunado. Me encanta lo que hago y es un aprendizaje continuo. La gente te agradece el mero hecho de que la visites. Pese los muertos, los heridos y la destrucción sorprenden la amabilidad, la solaridad y las ganas de reír y compartir. El ser humano es capaz de cosas increíblemente buenas y malas”, dice.

29 jun 2015 / 14:55 H.