Ulises y los cantos de sirenas

Ulises se ató al mástil del barco con el que realizaba el viaje de vuelta de la guerra de Troya a Ítaca, para oír el canto de las sirenas sin ser seducido, evitando el naufragio y muerte. 

    27 sep 2013 / 10:24 H.

    Esta postura nos debe servir de ejemplo a los que todavía tenemos un puesto de trabajo con sueldo digno y no dejarnos hechizar por los cantos de sirena de nuestros gobernantes que nos quieren convencer de que, gracias a su políticas económica y antisocial, vamos a mantener nuestro estatus. No es racional olvidar los casi seis millones de parados, la emigración de nuestra juventud, el empobrecimiento de la clase media, el abandono de los dependientes, los obstáculos para que la clase menos pudiente pueda acceder a la educación superior y, sobre todo, aunque solo sea por egoísmo, que podemos ser los próximos en agrandar uno de los colectivos anteriores. Sus soluciones económicas se basan en nuestro empobrecimiento. Si analizas los cánticos descubrirás que lo único que persiguen es mantener o ampliar el privilegio de las clases más altas, aprovechando la crisis para aumentar las rentas de unos pocos a costa de los trabajadores y bajando las expectativas sociales. No les falta escrúpulos en dedicar sus riquezas en sacar beneficio de los servicios sociales como la sanidad, aunque sí valor para invertir y arriesgar en un nuevo sistema productivo y tener incertidumbre en el éxito. Nos abruman con la mejora económica de España y nos hacen partícipes de la misma sustrayendo 35.000 millones a nuestros pensionistas. Me da la sensación de que el canto de las sirenas esta vez ha desafinado. Los que creemos en la solidaridad y en la redistribución de la riqueza debemos atarnos al mástil de nuestras ideas. Javier Laplana