Úbeda, más vieja

En una de esas guías para dar a conocer la piedra labrada de Úbeda al cercano foráneo y al de más allá de nuestras fronteras, y que desde que la ciudad fue nominada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, han aumentado considerablemente, en su sipnosis al libro, Rafael Vañó Silvestre, abogado e historiador, dice: “Entre los años 2500 y 2000 (a. de J. C.), existió en Úbeda un poblado neolítico de la cultura de El Algar en el mismo sitio donde hoy está emplazada la ciudad, con su centro en la Plaza de Vázquez de Molina”.

    07 ago 2012 / 08:14 H.

    Desde este lugar al sureste, sitio que hoy interesa, o sea, las Eras del Alcázar, no habrá de distancia más de 200 metros según mediciones que, sin determinar en concreto, la gente así lo gradúa pero valorando sobre todo más las mediciones del abogado, que las de algunos que sólo pasan –hasta ahora– de estudiosos y sabihondos. Entre otras noticias del diario, viene esto al caso, porque no hace tanto que he leído en el diario que cito que, con 6000 años de antigüedad, Úbeda es la ciudad más vieja de Europa occidental. Y lo declaraba el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Huelva, Francisco Nocete como resultado de los estudios que han dado a la luz 35 dataciones de Carbono 14 en las excavaciones de las Eras del Alcázar, y el descubrimiento del cultivo del olivo, y el uso de su producto al que hoy llamamos “oro verde”. Tantos años de ancianidad de Úbeda, que han sido testigos de que encima de sus descarnadas piedras y tierra sucia de las eras, se batieron las centurias de soldados, se trillaran gavillas de mies para el pan de cada día en trillos de ruda madera y pedernal. Todo esto muy de cerca de unas casillas humildes dedicadas ya, largos años después, a la mancebía en las que calmaban sus “necesidades” los mozos en edad de satisfacerse. Lo mismo que generaciones ya mucho más cercanas de criaturas sin saber ni por pienso que pisaban en la “profundidad del tiempo” al hacer sus juegos miles de años más tarde ignorando incluso que a uno siete metros por debajo del Grupo Escolar, en 1925 y por obras, se descubriera un túnel con salida a la “Huerta del Caballo” simulada por el follaje que enmarañaba la maleza cubriendo lienzos de la piedra corroída. Muralla, que pese a tantos años de su construcción, luego derribada y otra vez levantada, continúa cercando unos 2.500 metros a la ciudad y cuyas ocultas salidas sirvieron para escabullirse de la justicia y otros por amores descubiertos “in situ”. La grata noticia de esa vetustez de Úbeda, es la que me inclina a escribir de este acontecimiento de Francisco Nocete e inteserado por la edad de esta ciudad hoy Patrimonio de la Humanidad, del pensamiento no se me va el llamado “oro verde” de nuestros días del que, como se ha dicho, ya en su vejez se preocuparon de la crianza y consumo nuestros ancestros. En cuanto a la vejez de Úbeda, dejemos que Vañó y Nocte se den la mano.

    Ramón Quesada Consuegra es escritor