¿Turismo fúnebre en La Mota?

Habrá pronto turismo fúnebre en La Mota? No es una pregunta baladí si se tiene en cuenta un aspecto que, a menudo, pasa desapercibido de la Fortaleza de La Mota tanto para los alcalaínos como para los forasteros. España tiene muchos recintos amurallados, unos grandes y otras pequeños y unos más hermosos que otros. Sin embargo, el caso del principal monumento de Alcalá la Real es prácticamente único, por un lado, por contener en su interior y en los arrabales los restos de una ciudad completa y, en segundo lugar, por su dimensión como lugar de enterramiento para miles de personas de distintas civilizaciones.

01 ago 2015 / 08:25 H.


La revista “Adiós”, un auténtico referente nacional en el mundo funerario, dedica un reportaje de cuatro páginas, titulado “El cementerio del tiempo”, en su último número. El texto del director de la publicación, Jesús Pozo, acompañado de cuidadas fotografías, subraya la condición de verdadera necrópolis que tiene el monumento alcalaíno. En este sentido, repasa el proceso de descubrimiento de los vestigios funerarios a raíz de las excavaciones emprendidas, en la recta final del siglo XX, por un equipo dirigido por el castellonense Carlos Borrás. Además, Pozo define con acierto la base del templo abacial como una “colmena de tumbas en la que se apiñaban, casi hasta la saturación, millares de cuerpos”. También recuerda que algunas fosas, modificadas en reiteradas ocasiones, contenían más de veinte cadáveres. De nuevo con el testimonio del arqueólogo, se explica que los pobres eran inhumados fuera, pero que, de noche, volvían a enterrarse entre las vigas o debajo de las tejas.  Con las prisas, siempre con la intención de que el difunto acabara en un lugar sagrado, el cuerpo podía acabar en posiciones “grotescas”, por ejemplo con las piernas colgando.
Las indagaciones de Carlos Borrás permiten determinar que el suelo era utilizado desde, al menos, el siglo tercero antes de Cristo y, probablemente desde tiempos prehistóricos, lo que hace casi imposible determinar a qué cultura pertenecen los huesos aparecidos en su momento y retirado posteriormente. En la Fortaleza de La Mota también hubo un cementerio, desmantelado la pasada centuria, que ocupaba, “grosso modo”, la zona en la que hoy crece el espliego, entre la alcazaba y la iglesia. En el entorno existe un inmenso aljibe —por su configuración rocosa quienes vivían en la ciudad amurallada tenían que almacenar agua— utilizado como osario. María Guadalupe Fernández hizo una tesis doctoral en la Universidad Complutense acerca de esta fosa común, en la que aparecieron diversos objetos, entre ellos monedas del siglo XIX, que permitieron a la autora establecer que los fallecidos murieron principalmente a causa de la epidemia de cólera que afectó a la comarca en 1834. La fortaleza es gran monumento fúnebre.