12 jul 2015 / 08:43 H.
El turismo se presenta este verano con unos datos que invitan al optimismo, a tenor de las previsiones de reservas para julio y agosto que maneja la propia Asociación de Empresas de Alojamientos. Las reservas se han incrementado alrededor de un nueve por ciento, lo que representa la mayor subida en el sector del último lustro. En una tierra en la que el monocultivo del olivar capitaliza el motor de la economía, es fundamental abrir nuevas ventanas, diversificar, para que todo no dependa de manera tan cerrada de los sesenta millones de olivos que crecen en estas tierras. El potencial turístico jiennense es espectacular, con dos ciudades Patrimonio de la Humanidad, Úbeda y Baeza, los cuatro parques naturales de Cazorla, Segura y Las Villas, Despeñaperros, Mágina y Sierra Morena, además de una gastronomía única que impregna cada uno de los rincones del mar de olivos, con el zumo de aceituna como ingrediente de lujo en todos los platos. El atractivo está ahí, es innegable, solo resta que el resto del mundo lo sepa y lleguen los visitantes desde otros lugares para comprobar que la realidad, siempre, supera a la ficción. Más aún cuando se trata de turismo de interior, como es el caso de la provincia de Jaén. Con todo, es cierto que queda mucho camino por recorrer. Según la última encuesta de ocupación hotelera realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la estancia media de los visitantes en la provincia es de 1,67 días, un dato que pone de relieve que se sigue siendo un lugar de paso. El sector privado hace su esfuerzo continuado, pero es también precisa y necesaria una labor más creativa y con amplitud de miras de las administraciones para divulgar al mundo las excelencias de una provincia única, tan bonita como desconocida.