Hasta siempre

Javier Joyanes Castilla de Jaén
Un año sin ti y sigues aquí conmigo. Qué decirte ya que no te haya dicho cada noche, cada mañana, cada tarde, cada mediodía, porque sé que, desde donde estás, escuchas y que, de alguna manera, respondes. Si no, ¿cómo te noto tan, tan cerca?

    13 sep 2009 / 11:35 H.

    Danos fuerza a todos para poder seguir adelante y recordar año tras año, aniversario tras aniversario, la maravillosa persona que eras. No dejo de pensar que ya queda un año menos para que volvamos a estar juntos. No sabes cuánto te echo de menos. Te quiero feo. Fátima Porras.

    Durante este año que hemos vivido sin tu presencia, hemos podido experimentar distintos estados de ánimo, pero todos ellos siempre empañados por la tristeza de tu “despedida”. A pesar de que el tiempo pasa muy deprisa, parece que fue ayer cuando decidiste hacer la maleta para irte y no hay día en que no ocupe un momento de mi tiempo en recordar todas las experiencias vividas junto a ti.  Nuestras vidas van cambiando, estamos experimentando nuevos proyectos y nuevas metas y siempre se echa de menos no poder compartirlas con un amigo como tú, pero espero que, estés donde estés, te llegue nuestro cariño y nuestro recuerdo. Sé que sigues acordándote de nosotros y que sigues estando presente en nuestras celebraciones. Por eso, siempre brindamos y brindaremos por ti. Sin más que decir, se despide de ti una amiga que nunca te olvidará. María Teresa Guillén.

    El otro día leí la siguiente frase: “La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo”. Indudablemente, Javi, tú, por cómo eres, siempre permanecerás en nuestra memoria y en nuestro corazón. Nunca podremos olvidarte los que hemos tenido la suerte y el privilegio de conocerte. Siempre nos va a faltar algo en nuestras vidas que tú llenabas. Juan José de Cisneros.

    Hola Javi: Te escribo estas líneas porque estoy casi convencida de que allá donde estés podrás leerlas. Pero no voy a escribir algo triste, aunque el hecho de decirte adiós de esa manera tan precipitada lo fuera, y no quiero impregnar estas letras con tristeza o sufrimiento. No, ya que no te recuerdo así, sino todo lo contrario. Los recuerdos que me evocan a ti, me hacen esbozar una sonrisa, estando presente en el momento más inesperado del día, al igual que sucedía cuando estabas con nosotros. Por supuesto, cada dos por tres, los amigos hablamos de esos comentarios tuyos tan ingeniosos y que a nadie más, excepto a ti, podrían ocurrírsele. ¡Sencillamente, eran geniales! Si paso por el “Arche”, te recuerdo atravesándolo tras el viaje a Fuengirola con tu sartén de flores en la mano, o recuerdo la estúpida apuesta que te hiciste con Lucas. Consistía en dejarte crecer al máximo la barba. Te recuerdo después de rebozarte de arena en la playa, el corto que hicimos en las casas-cueva, etcétera. Siempre que subo al coche de Lucas le digo: “Hay que ver el Trico, cómo pudo regalarte esos enormes dados verdes para el retrovisor tan feos!”. Seguro que lo hiciste a caso hecho para que Lucas debiera cargar con ese regalo tan feo de por vida, jeje, ¡bien hecho!
    Recuerdo la cara que pusiste en un día de tu cumpleaños en el que te hicimos creer que se nos había olvidado y, de repente, apareció ante ti una tarta de niña con un dibujo de la “guerrero luna”, jeje.
    Con todas esas cosas son con las que yo me quedo, y estas me hacen recordarte con alegría. Pienso en la suerte que tuve de conocerte y de compartir contigo todos esos momentos. Lo que pasa es que todo lo bueno es efímero y los grandes como tú deben partir jóvenes para convertirse en leyenda en la tierra y en estrella en el firmamento. De hecho, hablo a veces con Lucas y con Edu —y tú, seguramente, estarás riéndote de nosotros por “pringaos”— sobre qué debemos trabajar, estudiar, luchar, etcétera mientras tú estarás en tu sofá de nube, escuchando lo último de AC/DC y entrando y saliendo con un pase vip del bar más exclusivo del cielo, donde la cerveza es gratis.
    Soy feliz pensando así, permítemelo. Y para concluir estas líneas que te dedico quiero decirte “gracias por haber existido y haber dado lo mejor de ti en cada momento.  Posdata: Dicen que nada muere hasta que deja de ser recordado. En ese caso, estás muy vivo en el corazón de todos nosotros. Un Beso enorme. Rocío Gómez.

    Una vez, después de una mala racha, Javi me dijo: “Pienso que eres una de las mejores personas que he conocido en mi vida”. Quiero devolverte el halago diciéndote: “Javi, eres un verdadero capullo”. Ese es el lenguaje que usamos los jóvenes (y no tan jóvenes). Nosotros no nos decimos: “Te quiero”. Miento, a veces, sí nos hemos expresado en esos términos cuando caía alguna cerveza de más (ya se sabe), pero, por lo general, Javi me hubiera mirado con cara rara. O me hubiera soltado algunas de sus frases geniales. Todos destacamos eso, su genialidad, su filosofía ante la vida, sus chorradas…. Pero eso es lo de menos, el tema es que a todos nos gustaba estar con Javi.
    Si Javi estaba ese día, lo pasábamos bien. Pasamos muy buenos momentos en la mejor época de nuestras vidas. Estoy seguro de que él la disfrutó al máximo. Lo recuerdo todos los días, como también recuerdo lo reservado que era a veces, aunque no hacía falta adentrarse mucho más en él para darse cuenta de que era una persona extraordinaria, como pocas de las que he conocido.  Por eso, hago mías tus palabras: “Eres una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Capullo, que te quiero”. Eduardo Berja.

    ¡Un año ya! Parece mentira. Parece mentira que lleve todo ese tiempo sin verte, aunque, en realidad, siento que sí que te veo, que sí que te siento, porque no hay día que no piense en ti y porque muchas veces estás en mis sueños. Incluso tuve la oportunidad de despedirme de ti y de darte un último abrazo en uno de esos sueños. Hace unos días, el 2 de septiembre, hizo un año de la última vez que estuvimos juntos. Nos tomamos un café en la cafetería vieja de la Universidad, esa de la que tanto nos costó salir. Y fue gracias a ti que nos tomamos ese café, porque insististe. Y también fue gracias a ti que logre salir de la Universidad, porque me llevaste de la mano a ese mágico viaje portugués.
     Aún recuerdo ese último café en el que me contaste tus sueños madrileños, y también tus miedos, con tu camiseta del Gran Lebowski, del Nota. Como bien dicen en esa peli siempre se van los mejores. La verdad es que realmente no sé qué decir. Que sigo pensando que todo esto no es cierto, que, simplemente, estás en Madrid, con tu trabajo, con tus sueños y tus miedos y que estás demasiado ocupado para venir o, simplemente, para coger el móvil y llamarme. ¿Pero sabes qué? Que te perdono. Lucas Guillén.

    ¡Javier! ¡Vida mía! ¡Un año ya! ¡Un año sin ti! Un año preguntándonos cómo no hemos enloquecido por tu ausencia. ¡Yo, que cuando te retrasabas un minuto de la hora prevista de llegar a casa, ya estaba llamando a tus amigos, para ver qué pasaba que no venías! Ahora tengo, y tenemos todos, que vivir con la angustia de ver pasar, no ya los minutos o las horas, sino los años, como este que se acaba de cumplir y sin la esperanza de que vuelvas. Sin recibir tus besos y caricias, sin el calor de tu cariño. ¿Qué pasó, vida mía?, ¿qué pasó? Si al menos lo supiera. ¡Te queremos tanto! La vida es muy dura viviéndola sin tu sonrisa, sin tu mano cogiendo la nuestra y sin tu compañía. No poder seguirte por toda la casa siempre iba detrás de ti, ¿te acuerdas? Me mirabas y te sonreías. Estaba tan orgullosa de ti, te quiero tanto. ¡Qué alegría cuando volvíamos papá y yo y veíamos tu coche en la puerta! “¡Ya ha venido Javier!”, nos decíamos con satisfacción y alegría y, a lo mejor, no hacía ni una hora que te habías ido, pero se nos alegraba tanto el corazón. . . A todos nos hacías felices.
    Tú siempre pensabas en los demás y nos entregabas todo tu cariño con una sonrisa en los labios. Sin embargo, ahora, con tu ausencia, nos hemos quedado solos, huérfanos, porque sin ti no hay nada, sólo llanto y pena. ¡Merecías tanto ser feliz y recoger el fruto de tus estudios, de toda la felicidad que habías repartido y que se cumpliesen tus sueños con Fátima! Hubiera dado mi vida porque todo eso se hubiese hecho realidad! Eras tan niño, tan bueno y noble y te quedaba tanto por hacer... Tus amigos: Lucas, Maru, Rocío, Edu, María, Javi, Isa, Antonio... se acuerdan mucho de ti y me traen fotos y la película que hicisteis en Pegalajar. Tu hermano está muy triste y Juani. ¡Javier, te queremos! ¡Te quiero mucho chiquitín! ¡Ayuda a tu hermano! ¡Ayúdanos!. Mamá (Maribel Castilla Castro)

    Esta carta va dirigida a una persona excepcional en todos los sentidos en que un hombre puede serlo, una de esas personas en vía de extinción que se empieza a respetar y admirar por ser simplemente una buena persona y que ya nunca dejas de querer ni olvidar a pesar de la distancia. Hace ya más de un año que emprendiste un largo viaje con tu mochila a cuestas, llena de amor, cariño e ilusión para recorrer sitios inexplorados por nosotros, los mortales. Aunque ya no puedas escribirme como solías hacerlo, cada vez que tus grandes ojos se topaban con un lugar maravilloso, tú estarás disfrutando haciendo lo que más te gusta, explorando lugares increíbles e inéditos. Yo me siento más reconfortada sabiendo que algún día emprenderé el mismo viaje que tú y por fin al final del trayecto te encontraré, esperándome con esa gran sonrisa que desarma a cualquiera, tan joven como te marchaste, ansioso por contarme.
    Tuve la gran suerte de encontrarte en mi vida y de contar con tu bondad y amistad. Sin ti ya no seré la misma, pero tampoco lo sería si no te hubiera conocido. Gracias a ti sé que existen personas que dan sin pedir nada a cambio, que escuchan sin ser escuchadas y que la vida merece la pena sólo por recordarte. Hasta pronto amigo. Silvia Aguilar.


    Ángel Díaz López de Los Pascuales

    Querido amigo: Te escribo unas líneas porque sé que habrá alguien allí arriba que te las pueda leer y, así, poder expresar lo mucho que nos llenó tu corta presencia al lado de todos los que te quisimos y seguimos queriéndote.  Sé que con tu bondad dejaste muchas cosas de las que todos aprendimos, así como sabios consejos sobre los que tendremos que hacer memoria y extraer su mensaje, poco a poco, para ponerlos en práctica. Una de las últimas cosas que me dijiste fue que le mirara los frenos a la moto, sobre todo, el trasero y lo haré recordando la tarde en que te diste una vuelta. Para mí fue un orgullo que alguien como tú subiese en ella, pero, qué pena, fue la última tarde que te pude ver con vida.
    Estabas ilusionado con tus cosas, ya sabes a lo que me refiero, y todos estábamos contentos de verte así. Por eso, no quiero estar  triste al recordarte, aunque cuando lo hago me da rabia de haber compartido tan poco tiempo. A los que tuvimos la suerte de conocerte, nos hubiese gustado haber tenido más tiempo para contagiarnos de tu bondad, de tu saber estar, en fin, de tantas cosas que eras el espejo al que todos nos queríamos mirar. Lucía se acuerda muchas veces de ti, y nos comenta que su tito Ángel está en el cielo con los angelitos, y es verdad: el cielo ha ganado un Ángel, pero de los de verdad, un Ángel de los que no tienen que llamar a la puerta de la gloria, porque es allí donde te mereces estar. Lo que dejas atrás que no te preocupe, te lo cuidaremos lo mejor posible, y seguro que algún día la recibirás con los brazos abiertos. Te pido, amigo mío, que descanses todo lo que puedas en tu nueva vida, más de lo que lo has hecho aquí abajo. Todos sabemos que tu vida se caracterizó por la cantidad de obstáculos que tuviste que superar, pero tú siempre lo disimulaste con tu sonrisa cargada de generosidad y bondad. Un fuerte abrazo allá donde estés. Joaquín Castillo.


    Francisco segurado  mansilla de Zamora

    El pasado 24 de agosto, a las doce menos cuarto de la noche, fallecía Francisco Segurado Mansilla, uno de tantos españoles que conoció las penurias de la Guerra Civil y de la postguerra, la emigración y las duras condiciones que han regido hasta no hace mucho en España.
    Francisco nació en Zamora el 5 de octubre de 1936. Hijo de padre republicano, asesinado a principios de la contienda civil, tuvo por cuna la cárcel. Su infancia fue dura, como la de tantos de sus contemporáneos. A los 12 años, emigró solo de su tierra en busca de una familia. No la encontró donde esperaba, pero la providencia le regaló otra. En Pamplona, haciendo el servicio militar, conoció a la que sería su compañera durante más de 50 años: María Cobos Fuerte. No se lo pensó: se casó y se vino a vivir con su esposa a Albanchez de Úbeda (Jaén), donde pasaron los últimos cincuenta años de su vida. El 29 de octubre tenían previsto celebrar sus bodas de oro.
    Es difícil resumir en unas pocas líneas la biografía de una persona. A mí, se me ocurre construir un acróstico con su nombre, destacando los valores y líneas de fuerza de su trayectoria y de su testimonio paterno y cristiano:
    —Familia: Sin duda, esta fue la pasión de su vida, tener la gran familia de la que careció en su infancia. Ocho hijos trajo al mundo, de los que le vivieron cinco.
    —Rebeldía: El inconformismo ante el poderoso, ante la injusticia y el mal, fue una de las cualidades fuertes de la personalidad de mi padre y así nos lo inculcó.
    —Amor a los pobres: No sólo trabajó en Cáritas durante largos años, sino que siempre tuvo un pedazo de pan —sobre todo, cuando escaseaba— para aquel a quien la suerte había tratado peor aún que a él. Jesucristo era en su cosmovisión, ante todo, misericordia con los necesitados.
    —Normalidad: Esta virtud humana parece no estar muy de moda, al igual que el sentido común. Nuestra educación siempre estuvo presidida por la normalidad: ser personas normales, de bien. Ser una familia normal ha sido para nosotros una fuente de realismo y de equilibrio impagables.
    -Confianza: Mi padre fue un hombre de fe al estilo de Abrahán. A pesar de no comprender, “creyó, contra toda esperanza”. Ignoro bien cuándo se encontró realmente con Jesús. Creo que los Cursillos de Cristiandad le ayudaron mucho. De lo que no hay duda es de que ha intentado ser un testigo de Jesús Resucitado.
    -Iglesia: A pesar de que no se lleva hablar bien de la Iglesia, Francisco siempre se sintió orgulloso de ser Iglesia. La amó (con sus defectos) y nos ha enseñado a amarla. De hecho, sus cinco hijos participan en la vida de la Iglesia.
    -Sacrificio: Además de una infancia dura, conoció la emigración: seis años en Alemania (viniendo sólo un mes al año), un año en Holanda y grandes periodos en Pamplona, Gerona… Nuestros padres nos han enseñado las virtudes del esfuerzo, del servicio, de la aceptación del sufrimiento, que nos han hecho fuertes.
    -Corazón: Tras esa máscara de hombre duro, nuestro padre guardaba un gran corazón, a veces, demasiado sensible. ¡Qué pena que su educación y sus experiencias le hayan imposibilitado mostrarlo más a menudo!
    -Oración: El primer recuerdo que tengo de mi padre es su oración. Al levantarse y al acostarse. La recitaba en voz alta, sin sentir pudor. Hace 20 años aprendió a rezar el Oficio Divino. Ningún día ha faltado a la cita desde entonces. Mientras agonizaba, entre las alucinaciones por la fiebre, rezaba. Murió rezando.
    Gracias, padre, por habérnoslo dado todo.
    Tu hijo, Julio Segurado Cobos.


    JOSÉ MARAÑÓN BARRIO de Alcalá la Real

    Dentro de pocos días, se cumplirá el segundo aniversario del fallecimiento de José Marañón Barrio. La Corporación actual quiere rendirle un homenaje póstumo acordando darle su nombre a una calle alcalaína. A priori, puede parecer un acto protocolario más de los que estamos acostumbrados, pero este gesto encierra una muestra muy inusual en un momento en el que la política se presenta, en muchas ocasiones, como una pura lid del escenario de la oratoria puramente mediática.
    Pepe Marañón encarna la figura del primer alcalde democrático de Alcalá la Real, que ve reflejada su entrega pública para testimonio de las generaciones futuras en el rótulo de una calle que contrasta con muchos nombres de la época franquista distribuidos las calles y plazas de la ciudad alcalaína. Es un gesto, pero es algo más: es reconocer los valores de un hombre entregado, generoso y de la auténtica transición. En su manera de actuar se confundían lo privado con lo público, pues no tenía fronteras para hacer valer el gran acervo de cualidades morales que había adquirido gracias a su esfuerzo, su espíritu autodidacta y su carácter emprendedor e inquieto.
    José Marañón siempre se recordará, sobre todo, por su compromiso. Lo fue en la empresa en la que trabajó y a la que alentó con multitud de inquietudes de promoción. También lo fue en el mundo social por su deseo de integrarse en muchas iniciativas de la sociedad de mediados del siglo XX y tuvo la suerte de que la Alcaldía alcalaína le permitiera ver saciadas muchas inquietudes que nacían de su autodidactismo. En esa empresa pública, nadie puede olvidar sus intentos y propuestas por diversificar y ampliar los cultivos del mundo rural alcalaíno. Fieles testigos de esto son sus gestiones, como diputado provincial, en el mundo de la ganadería, una iniciativa que culminó con la granja caprina de la Casería de Biedma.
    Su pasión por la cultura, en especial por el mundo de lectura quedó, para siempre, reflejado con la inauguración de un nuevo edificio de biblioteca, hoy transformado en sede de los Juzgados y con el apoyo a iniciativas culturales como los premios “Arcipreste de Hita”. Fue un hombre dialogante y receptor de todo tipo de iniciativas. Siempre apoyó el tejido social, que se reflejó en un aumento de sociedades, asociaciones, hermandades y grupos a lo largo de sus dos años de legislatura. Le encantaba leer el pensamiento contemporáneo español.
    El pueblo lo refrendó con el apoyo y el testimonio diario del agradecimiento, porque cada expresión de los rostros individuales no eran sino el reconocimiento por tantas muestras de entrega que iban desde su propio peculio y hacienda personal a favor de la colectividad hasta sus logros importantes en la modernidad de la ciudad que, por cierto, fueron muchos en urbanismo, asuntos sociales, comunicaciones entre las aldeas y en el aumento del patrimonio cultural. Ahora, parece como si algunos pretendieran que los hubiera borrado el tiempo de los indiferentes, pero el rótulo de la calle fijará un nombre que dio respuestas a muchos que se iniciaban en nuevos aires de libertad. Francisco Martín.