Tromba de agua en Las Infantas
Enrique Alonso/Jaén
Una gran tromba de agua se cebó con Las Infantas hasta anegar alrededor de una veintena de viviendas y casi paralizar el tráfico rodado en la carretera N-322. Comenzó pasadas las seis y media de la tarde y a las siete ya había logrado convertir algunas de sus calles en una improvisada Venecia.
Una gran tromba de agua se cebó con Las Infantas hasta anegar alrededor de una veintena de viviendas y casi paralizar el tráfico rodado en la carretera N-322. Comenzó pasadas las seis y media de la tarde y a las siete ya había logrado convertir algunas de sus calles en una improvisada Venecia.
El Servicio de Emergencias 112 tenía activado el nivel amarillo y, pasadas las ocho de la tarde, cambió al naranja ante la constante amenaza de unas nubes negras como el tizón que cubrían la provincia. Las Infantas, otra vez, se llevó la peor parte, pese a que los vecinos decían que, esta vez, no era por la falta de infraestructuras, sino porque cayó tanta agua que habría sido imposible que no entrara en sus casas.
Una de las vecinas es Juana Montilla, que explicaba a otros residentes lo que marcaba su pluviómetro: “Estaba vacío y, después de la lluvia, marcaba 43 litros. Cayeron en media hora”. Entre las zonas más afectadas volvía a estar la calle Infanta Pilar. Jacinto Jiménez vive allí y explicaba que el agua llegaba hasta el motor de los coches. “Ahora, el problema no ha sido el de las obras de Renfe y Adif. Ha caído tanta agua que era imposible que no nos entrara. Aquí estamos limpiando”. De hecho, mostraba las máquinas que ultiman la obra que debe reducir las inundaciones y explicaba que si no hubieran ejecutado el proyecto —está cerca de su finalización— habría sido mucho peor.
Juan Lorente gestiona el Bar Deportes y se afanaba por limpiar su suelo. “No ha sido mucho, pero sí que nos ha entrado. Ya la hemos sacado toda”, decía. Mientras, Juan Cárdenas matizaba: “Tengo 62 años y nunca había caído tanta agua”. Pedro Quesada es el representante de la alcaldesa en Las Infantas: “Ahora, no ha sido por falta de infraestructuras. Lo dicen los propios vecinos. Era mucha lluvia para poco tiempo”. Mientras que limpiaban, explicaban que también cayó granizo, lo que ocasionó que muchos sumideros se taponaran y entrara el agua desde los propios patios. No obstante, las calles estaban inundadas y repletas de barro. Una decena de vecinos esperaban en las aceras con botas hasta las rodillas para levantar las tapas para dar más capacidad al alcantarillado.
Por otro lado, la Guardia Civil y operarios de Mantenimiento de Carreteras se encontraban en el kilómetro 22 de la N-322. El agua del campo pasaba por encima de la calzada dibujando un improvisado río. Los coches circulaban, aunque con muchas dificultades.