Tres décadas de cambio y dignidad como pueblo
Pepi Galera
Un día como este, hace 30 años, Andalucía vivía una jornada que cambiaría el rumbo de su destino. Fue la celebración del referéndum por el que los andaluces elegían el modelo autonómico por el que se regirían. El 28 de febrero quedó como “Día de Andalucía”, en el que se celebra el espíritu que esos días se vivió en las calles: el grito por ser reconocidos como pueblo.
Un día como este, hace 30 años, Andalucía vivía una jornada que cambiaría el rumbo de su destino. Fue la celebración del referéndum por el que los andaluces elegían el modelo autonómico por el que se regirían. El 28 de febrero quedó como “Día de Andalucía”, en el que se celebra el espíritu que esos días se vivió en las calles: el grito por ser reconocidos como pueblo.
En la ciudadanía, se reconocieron verdaderas ansías de la autonomía, la que traería el Estatuto. Eran deseos de acabar con la postración histórica de Jaén, terminar con el paro, devolver a los miles de emigrados a su tierra y un futuro en ella y, cómo no, recuperar la dignidad como pueblo a los andaluces. La sociedad jiennense ansiaba un nuevo futuro, una bocanada de aire fresco que acabara con su letargo. Jaén depositó toda su confianza en un “sí”, que, aunque controvertido en el momento, acabó por ser reconocido por todos los actores políticos del momento. Fue un triunfo generalizado, que causó la euforia en todos los sectores del pueblo. Un gran avance, que hace de esta fecha la más importante de la historia andaluza.
Ahora, años después, para muchos, se vive un adormilamento de este sentimiento andalucista, que se ha transformado en la lucha por otros problemas distintos. Lo que es indudable es que Jaén ha cambiado y mucho. Las infraestructuras, por ejemplo, son uno de los aspectos en los que más se ha mejorado. En estas décadas, Jaén ha pasado de no tener ni un solo kilómetro de autovía a contar con dos centenares; de 117 kilómetros de línea de ferrocarril electrificada a 146 y una mejora general en la red general de carreteras, por no contar en la ampliación de las líneas de transporte público por carretera. Avances son, pero no significa que no queden aún mejoras por las que luchar. Lo que sí que no ha variado mucho, pero no por ello positivo, ha sido la tasa de paro —quizás por razones coyunturales—. De un 15,97 por ciento que se calculaba entonces, ha pasado al 24,98 actual. En el nivel adquisitivo, las cifras también hablan. Si en 1980 se anunciaban pisos en la capital por 2.250.000 millones de pesetas y el sueldo medio era de 8.536 euros anuales (1.420.271 pesetas), un jiennense tenía que dedicar durante algo menos de dos años su sueldo íntegro para comprarlo. Si esa operación se hace en la actualidad, contando un piso que cueste 240.000 euros, un jiennense con un sueldo de 24.389 euros anuales, lo tendrá que dedicar íntegramente a la adquisición de su vivienda durante casi diez años. Aparte de las cuestiones económicas, lo que no es comparable es el desarrollo de libertades individuales y colectivas, en la consecución de derechos de primera generación y ya, también, segunda y tercera: derecho a la educación, a una sanidad pública, pero también a la gratuidad de los libros de texto o las segundas opiniones médicas. Hay asignaturas aprobadas, las que se superaron con sobresaliente, pero también las pendientes. Andalucía y, por supuesto, Jaén no puede dejar pasar ni una sola oportunidad de progreso y debe seguir trabajando para que los avances conseguidos en los primeros treinta años de autonomía no se queden en un esfuerzo baladí.