Tratemos de buscar la paz

Llega por fin agosto, el calor sofocante, un año más, nos invade por doquier en cada esquina y en cada rincón de nuestro Jaén; no obstante cuando se acerca Santa Ana las noticias que nos traen

    27 jul 2014 / 22:00 H.

    ecos de tambores de guerra desde lejos en Tierra Santa impregnan cada día nuestros corazones con imágenes trágicas de niños y familias destrozadas sufriendo y muriendo tirados en las calles como un perro, cualquier persona con dos dedos de frente y con un mínimo de compasión y humanidad se queda estupefacta ante semejante barbaridad y yo desde aquí me pregunto, ¿qué están haciendo la Comunidad Internacional, la ONU, y los políticos de turno ante semejante exterminio?, ¿están ciegos? La humanidad necesita imperiosamente un curso intensivo de caridad y empatía con el prójimo para no dar lugar a enterrar a los muertos y la conciencia en el mismo ataúd, quizás hiciera falta en un momento dado y con extrema urgencia recordar figuras de la talla XL de Oskar Schindler considerado justo entre los justos o de Jesús que tiene tan cerca de Palestina su casa, su doctrina y su ejemplo y que todos parecen obviar de forma insolente y construyendo para las generaciones futuras una forma de vida sin respeto a la vida misma, “bienaventurados los que procuran la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Mateo 5: 3-12.
    Entre todos los mensajes de Jesús que han olvidado todos en este conflicto que parece no tener fin y que alarga en el tiempo la agonía de un pueblo, destaca desde mi punto de vista la masacre incesante de niños inocentes que transgrede cualquier línea roja, “dejad que los niños se acerquen a mí”, ese acercamiento es ahora imposible cuando no se respeta su vida, abogo encarecidamente por que se haga lo humanamente posible y mucho más para lograr la paz y el respeto a la vida en un lugar tan masacrado y tan hermoso como digno y sagrado. Aquí, tan lejos y tan cerca, también vivimos lo que ocurre en el mundo con la misma pasión que lo que ocurre en nuestra tierra; no se puede enmascarar la justicia.