Tras la "crisis del ébola"
A estas alturas de la película, cuando parece que la crisis del ébola empieza a desinflarse, con Teresa Romero, la auxiliar de enfermería casi recuperada y con las esperanzas de la población puestas en la profesionalidad de sus sanitarios, quedan muchas cosas por decir. Desde este espacio que me brinda Diario JAÉN, quiero homenajear a todos los profesionales que desarrollan su trabajo con tanta prestancia poniendo en riesgo su vida para cuidar y salvar la de los demás.
Y, en especial, poner de manifiesto la enorme valía y la extraordinaria profesionalidad de mi colectivo, la Enfermería, hacedores del 95% de las intervenciones que se realizan en casos de contagio por virus de ébola. Con cada crisis surgen oportunidades. Y la oportunidad la tenemos ahora las enfermeras y enfermeros para hacer valer nuestro trabajo, entre nosotros y ante la población. Los profesionales de la Enfermería hemos estado y estamos “al pie del cañón”. Y con más mérito dadas las pésimas circunstancias, la nula formación y los precarios medios. Recientemente nos convocaron con urgencia a todos los presidentes de colegios profesionales de Enfermería del país en Madrid para analizar y tomar cartas en el asunto. La semana pasada, el presidente del Consejo General de la Enfermería, Máximo González, ofreció a los medios un exhaustivo estudio sobre esta situación, en el que se concluye que se han podido vulnerar varias normas en esta “crisis del ébola” y que está claro que los profesionales sanitarios no contaban con los medios adecuados. Por su parte, el Consejo de Salud de Área, compuesto por colegios profesionales sanitarios, sindicatos, ayuntamientos, asociaciones de consumidores y presidido por la delegada de Salud, aún no nos ha reunido para informarnos ni del ébola ni de nada. Aún así, la enfermería, y el resto de compañeros que han atendido a Teresa Romero y al buen número de personas con las que ha saltado la alarma por un posible contagio, ahí han estado, sin casi formación específica, sin casi medios, pero con profesionalidad y humanidad. Y en la sanidad pública, no lo olvidemos.