Tradiciones de Jaén

Alguien se ha preguntado alguna vez la razón por la que los seres humanos solemos conocer mejor otros lugares, otras culturas y otras costumbres antes que las nuestras propias autóctonas? Claro que no me refiero tanto a lo que nos circunda desde que nacemos, sino a lo que nos debiera sumergir en nuestro más profundo y arraigado folclore, eso que los latinos definirían como identitatem populi. Pues bien, esto que nos debería suponer siempre ese importante poso de nuestra Historia y tradición popular —formando puente entre lo actual y lo ancestral— es lo que justifica hoy el contenido de mi artículo de opinión, y viene a colación porque no hace mucho, uno de mis alumnos me preguntaba ingenuamente que “si la sevillana es un baile típico de Sevilla, ¿por qué también se baila en el resto de Andalucía?”, y seguía cuestionando si es que —por ejemplo— en Jaén no disponíamos de ningún baile propio con el que se nos pudiera identificar.

    06 nov 2015 / 12:04 H.

    Hombre, la cara de sorpresa que se le puso al zagal cuando le hablé de nuestro bolero de Jaén y el “melenchón”, fue digno de ser visto y perpetuado en algún artilugio de grabación audiovisual. No sólo desconocía de qué le hablaba, sino que además, cuando observó de cerca alguna fotografía que le mostré a través de internet, no pudo evitar exclamar: “¡Pero profesor, si esa mujer está vestida de fallera!” Pues sí, esa “mujer vestida de fallera” era alguien del sexo femenino que llevaba el traje típico de nuestra tierra. Por supuesto, resta decir que yo recogí mucho de todas estas manifestaciones del saber cuando hace ya veinte años me embarqué en un ambicioso proyecto de ir rescatando de boca de informantes adecuados nuestro acervo popular. A todo aquello le di forma de diccionario que publiqué en 2002 como resumen de mi tesis doctoral dirigida, ni más ni menos, que por el propio Camilo José Cela y codirigida por Carlos Alvar. Pero ahora, no sólo expliqué a mi alumno que el bolero es nuestra danza típica desde finales del Siglo XVIII y que los “melenchones” se solían cantar y bailar por San Antón alrededor de la hoguera, sino que me hizo reflexionar sobre la importancia de acercar a nuestro alumnado hasta su realidad más próxima.
    Gaspar Sánchez Salas