Torres, un pueblo jaenero de gran encanto
Desde TORRES. Hoy que tanto se habla de las zonas rurales tenemos en Jaén La villa de Torres de gran atractivo situada en Sierra Mágina en las faldas del cerro de la Vieja que fue conquistado por el rey Fernando III el Santo y cedido a Baeza por su poderío y gran fortaleza de su reinado que gozaba de grandes privilegios en honor de sus heroicas tropas. Torres, un pueblo pintoresco con abundante agua de sierra, te invita a pasar unos días de ocio con paisajes naturales difíciles de superar, donde el oxígeno que se respira está libre de toda contaminación.
Este pueblo, jaenero de sierra, que goza de excelente clima, se encuentra debajo del cerro Aznaitín, a doce kilómetros de Mancha Real, de terreno muy quebrado y unas calles estrechas de pueblo andaluz, con escaleras de acceso a ellas para acortar distancias y darle a la villa un encanto peculiar. Torres, además de sus muchos encantos que serían pesados al numerarlos, también cuenta con la Fuenmayor, sitio único y privilegiado de la provincia para pasar un día de campo, de gran belleza, donde la naturaleza, creada por Dios, nos ofrece el encanto de unas elevadas cascadas escalonadas de agua cristalina, de un frescor impresionante y sabor muy agradable, con lagos, sombras, mesas y bancos rústicos, costeados por Icona para hacerte pasar unas horas felices, como recompensa al trabajo cotidiano. Es una pena que a este pueblo de nuestra provincia no se le haga buena propaganda para darlo a conocer a los cuatro vientos, pues es un lugar de gran atractivo para pasar el verano, por su clima, paz, delicioso y rico pan, sus maravillosas nueces, almendras, buena hortaliza y sabrosa fruta, donde destaca la cereza, que es posible gracias a su abundante agua que riega los numerosos huertos de los torreños, que con tan buenos conocimientos, heredados de sus antepasados, cultivan para sacar unos beneficios, que tan a gala tienen sus especialistas hortelanos. También es de resaltar, en este pueblo, los talleres donde, con gran maestría, se moldea el hierro y la madera, por estos geniales artesanos, la limpieza de sus calles y el paisaje que se aprecia desde la lonja de la iglesia parroquial, por su elevada altura; la blancura de sus casas que tanto cuidan los torreños, y el gran parque municipal, de buen trazado, de exuberantes plantas, con buena pavimentación, piscina y fuentes para saciar la sed de sus gentes que se dan cita diariamente en los meses de estío para disfrutar de sus buenas sombras que se reciben de sus copiosos árboles que les proporcionan el encanto y placer para sus tertulias de graciosas anécdotas, chistes y comentarios de antaño y actualidad; de estas personas sencillas, de buen humor, que la mayoría están bautizadas con su correspondiente mote (cédula de identidad), que no les enfada, criadas al amparo de la agricultura, medio principal para vivir en este encantador pueblo, que te espera con los brazos abiertos en sus tradicionales fiestas de septiembre con un amplio programa de actos donde no puede faltar el festejo taurino que organiza la peña taurina “La 33” en su plaza de toros a dos kilómetros de Torres como en la Plaza Mayor debidamente vallada la suelta de vaquillas donde intervienen a sangre torera con sus correspondientes revolcones. Los torreños ausentes también se dan cita en estas memorables Fiestas de septiembre, para recordar sus tradicionales costumbres que añoran durante todo el año, abrazar a sus familiares, amigos y saborear sus típicos platos con el famoso y exquisito almendrado, que se elabora con la suculenta almendra que tanta demanda tiene en el mercado nacional por su excelente calidad.
NICOLÁS LUCENA GáMEZ