Toñi, víctima de la violencia machista en Noalejo

Un Audi A3 negro se quedó aparcado a la altura del número 85 de la Avenida de la Constitución de Noalejo, frente a la casa de Antonia Cortés Lombardo, de 43 años. La titularidad del deportivo estaba clara, porque, en el portón del maletero, estaban pegadas las letras que forman Toñi, el nombre con el que a la propietaria le gustaba que la llamaran. Toñi falleció ayer y todo apunta a que es la primera víctima de violencia machista en la provincia en lo que va de año, la séptima en Andalucía y la número 26 en España. Cerca del coqueto deportivo pasó el ataúd con el cuerpo sin vida del marido de Toñi, Antonio Aguayo Olmo, de 53 años, el presunto autor de la muerte de esta vecina de Noalejo. Un hombre que, a tenor de las pruebas halladas, se suicidó tras herir mortalmente a su pareja.

28 ago 2015 / 07:49 H.


Eran las cinco de la tarde cuando la escena del crimen se despejó. Unas cuatro horas antes, la mujer salió a la puerta del chalé, sangrando abundantemente y gritando para llamar la atención de alguien que pudiera prestarle ayuda. Según los datos iniciales recogidos por la Benemérita, su pareja le pinchó en el abdomen con una navaja, un arma blanca, de pequeñas dimensiones. Los primeros que la ayudaron fueron un vecino que pasaba por allí y Victoria Osete, al frente del bar que está justo al lado del escenario del crimen, prácticamente, a la entrada del casco urbano. La testigo relata cómo le preguntó  a Toñi que qué le pasaba. “Me he mareado y me he caído”, asegura que le contestó ella, malherida ya, y también que decía una y otra vez: “Mis hijos, mis hijos”.
Acudió rápidamente el policía local de Noalejo, que avisó al 112, y los médicos de Urgencias que, allí mismo, al lado del Audi, trataron de contener la hemorragia; la mancha que quedó en el suelo da testimonio del importante tajo que se encontraron y de la inutilidad de sus esfuerzos. Sabían que pintaba mal la paciente y, prueba de ello, es que los sanitarios pidieron que acudiera lo antes posible un helicóptero para evacuarla a Granada, más próxima aún que la capital jiennense. Fueron momentos caóticos, según los vecinos, porque, casi al mismo tiempo que Toñi se debatía entre la vida y la muerte sobre la acera, se escuchaba un disparo.  De hecho, cuando la Benemérita llegó, pensó que había dos personas tiroteadas. Con una rápida inspección ocular, todo quedó más claro, como explicó el capitán de la Compañía de Jaén, Diego Casado. La única detonación se escuchó cuando Antonio Aguayo Olmo, tras rajar en el vientre a su mujer, se disparó con una escopeta de caza. El arma estaba en su casa, al disponer el supuesto homicida de todos los permisos correspondientes. Él murió en el acto. Su mujer pudo aguantar un rato, pero no lo suficiente para que la atendieran en el centro hospitalario granadino hacia el que era trasladada por aire; se le escapó la vida en la aeronave medicalizada en la que volaba.
En medio del estupor de los habitantes de este municipio, con 2002 almas censadas, hizo acto de presencia la Policía Judicial de la Comandancia y comenzó la investigación del caso en sí. El Instituto Armado acordonó una amplia zona, desde la puerta del bar a la esquina de la calle Los Álamos, donde descansa una de las paredes de la amplia residencia. Desde una ubicación privilegiada y cruel, dadas las circunstancias, algunas mujeres, familia de Antonio Aguayo Olmo, pudieron contemplar perfectamente todo lo que sucedía; solo hay un pequeño parque de por medio entre la vivienda de los dos muertos y la de sus seres queridos. Estas parientes, a las que, durante la tarde, se unió también un primo de la fallecida y otros allegados y vecinos, apenas pudieron articular palabra para dejar claro que no sabían nada y se hallaban completamente destrozadas. “Estábamos en el trabajo, nos han avisado y nos lo hemos encontrado”, aseguró una de ellas.
A los hermanos de Aguayo Olmo, muy enteros, les correspondió un papel más activo. A uno de ellos lo llamaron los policías judiciales llegados desde la capital. Se fue con los agentes en un coche hasta un sitio más tranquilo; es importante que cuente todo lo que vio al entrar a la casa, puesto que fue uno de los primeros en cruzar el umbral tras la tragedia. Otro de los hermanos también colaboró con los investigadores. Estuvo hablando con ellos en la cochera del número 85 de la Avenida de la Constitución, la parte del inmueble dónde fue herida la mujer y el hombre se mató. Sobre el matrimonio, pocas certezas, solo que tenían dos hijos, un varón, de 27 años, que reside en Barcelona, y la menor de la familia, con 20 años, que vive en Granada. La profesión del padre era la de transportista en una empresa familiar. Ella estaba al frente de la casa. La propia Delegación del Gobierno en Andalucía confirmó que no había ni antecedentes ni denuncias previas por maltrato. Vecinos y familiares hablan de desavenencias desde que comenzó el año, tantas que terminaron por romper el matrimonio que alcanzó un acuerdo amistoso de separación, previo al divorcio. Antes se habían trasladado a la vecina capital de la Alhambra, pero, desde hacía un tiempo, como explicaron en el pueblo, ella residía allí y el hombre, había regresado a su casa. Vivía solo.  En Noalejo se había asentado y era muy conocido, a pesar de haber nacido en el cercano Campillo de Arenas. El alcalde de Noalejo, el socialista Antonio Morales, aseguró sentirse “sorprendido y consternado”. Y, aunque el regidor pidió “cautela” hasta disponer de datos fehacientes, ha convocado para hoy un pleno extraordinario en el que se decretarán tres días de luto oficial y, como dejó claro, si, como todo apunta, se confirma que se trata de un caso de violencia hacia la mujer, también propondrá a la Corporación Municipal una condena por este nuevo crimen machista.