Todos los muros de ETA

Son muchos los muros de la vergüenza que forman parte del paisaje político de ETA en el País Vasco. Los físicos, desde luego, no son los peores. Abrigados por la violencia, el entorno radical diseña una escenografía opresiva que lleva su verdad a cualquier espacio público.

Esos alardes serían imposibles sin la complacencia de un poder, en este caso el del PNV, que fomentó, toleró y, en ocasiones, gestionó con interés político ese entorno. En este contexto esquizofrénico, en el que los verdugos se sitúan a la altura de las víctimas, tiene sentido que un Gobierno con los días contados adelante de manera torticera la convocatoria de ayudas económicas para que los familiares de etarras se desplacen a las cárceles del resto del Estado. Patxi López ya ha anunciado su intención de anularla y son en estos gestos los que auguran un cambio posible. También que Aralar, la vía independentista pacífica, sume votos y que encuentren así espacio político quienes quieran otra Euskadi. En esos gestos tardíos, pero necesarios, se enmarca la fotografía de esta entrada al blog. La normalidad democrática que hace que la fiscalía de la Audiencia Nacional ordene la retirada de las fotografías de presos etarras que enaltecen el terrorismo.
ETA y su entorno, la hidra de siete cabezas, todo lo envuelve y, como el mito griego, se regenera cada vez que le cortan un apéndice. Harán falta muchos Hércules, pero antes habrá que tener la intención de golpear al unísono.
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Se llama Amy Macdonald, la canción esta bien, aunque corre el riesgo de que la quemen en la radiofórmula y los politonos (sirva de ejemplo el "No, no, no..." de la otra Amy). La escuchaba el candidato socialista a lehendakari durante la campaña.