Todos a una
Fernando Cuesta Garrido/Desde Jaén. El ambiente social y económico se encuentra en un estado preocupante. Una prueba de ello son las administraciones. Los recortes presupuestarios que se están realizando tienen un carácter histórico.
Lo que indica que las arcas públicas se encuentran en una situación precaria. Los recursos públicos son tan sumamente escasos que el Estado de bienestar en nuestro país ha descendido varios escalones. Pese a todo ello si observamos las nóminas de algunos de los responsables políticos extraña que hayan sorteado los ajustes. Nadie puede entender que existan comunidades autónomas y administraciones locales con un endeudamiento sobrecogedor y los sueldos de algunos de los políticos que las gestionan apenas han sufrido ninguna transformación. Se tiene la percepción que no existe conciencia solidaria desde quienes nos representan en las instituciones. No son sensibles ante los numerosos dramas que se están sucediendo en el seno de la sociedad. El paro se esta extendiendo por toda la población. Las consecuencias azotan de forma contundente a muchos sectores de la ciudadanía. Los comedores de Caritas se encuentran desbordados ya que las administraciones publicas no tienen capacidad para dar respuesta a la pobreza, a mucha miseria que nos esta atrapando. Es tiempo para reflexionar, pero sobre todo para comenzar a levantar la voz contra la ceguera de la clase política. Una clase política que forma parte de una de las principales preocupaciones de la sociedad. La revolución seria la respuesta que se daría en el siglo IXX, pero en la actualidad existe una respuesta también. Impulsar una regeneración social. Es el instrumento más eficiente para que los representantes políticos elegidos democráticamente muestren una verdadera empatía con la sociedad que sufre la crisis.