Todo a un euro
No ha sido ninguna sorpresa. Desde el minuto uno en el que el nuevo gobierno tomó las riendas de este país, se ha dedicado a restar milimétricamente cada promesa echándole la culpa al gobierno de Zapatero, que nos engañó a todos, PP incluido: el déficit no era del 6 %. Los grandes economistas del Partido Popular no fueron capaces de hacer las cuentas hasta unos días más tarde de las elecciones, cuando comenzaron a barruntar que 2011 se cerrarían con un déficit del 8%, o sea, había que recortar 25.000 millones más sobre los 16.500 previstos por Rajoy en el discurso de investidura, lo que supuso subida de impuestos, incremento del IBI, congelación del salario mínimo, hachazo a subvenciones a partidos y sindicatos y guillotina a la ley de dependencia.
“Y esto es sólo el inicio”, anunciaba Sáenz de Santamaría llena de gracia. Y así fue: la Reforma Laboral ha dejado all tejido social sin costuras. De hecho en Jaén, el pasado 19 de febrero, excepto unas cinco mil personas que se manifestaron en contra, el resto lo celebraba yéndose de tapas.
Si el engaño de ZP sirvió al PP como coartada para convencer a los españoles del gran tijeretazo que, muy a su pesar, debía acometer, estos 0,51 puntos de más sobre los 2 iniciales (es decir, otros 20.000 €), lo afianzan ante los españoles como el gran victimario, que aprovechará su papel de mártir para supeditar la economía real al sistema bancario y convertir el excedente económico en deuda. Hay que reconocer que el mandato de los mercados, con la troika como herramienta de desuello, lo están ejecutando a la perfección y a una velocidad que nos hace perder la conciencia de que, en menos tiempo del que suponíamos, la eurozona, empezando por los países más débiles, está siguiendo los pasos del continente sudamericano, o de la antigua unión soviética a partir del 1991, imponiendo un sistema regresivo de austeridad a todos los niveles con el fin de endeudarnos hasta las cejas para que no quede otra salida que poner a la venta los pocos bienes públicos que nos queden, en vez de recuperar los 70.000 millones de fraude fiscal de las empresas que facturan más de 150 millones al año, o los billones que se desvían a los paraísos fiscales. Apoyándose en la ley 14/1986 (POSE mediante), matizada por la 15/1997 (PP arrogante), ambas con prosa neoliberal y sin ambigüedades, en Madrid (con PP ya reinante) se está ofreciendo la gestión de los hospitales cuyas obra no se pueden pagar, a las propias constructoras, Dragados, Sacyr, Constructora Hispánica, entre otras. Todo a un euro y convertir a un país en un gran cangrejal en torno al cual manadas de avestruces patean sin demasiado entusiasmo.
Guillermo Fernández Rojano es escritor